jueves, 5 de marzo de 2015

El papel de los técnicos



En política hay varias líneas rojas que jamás deberían ser cruzadas. La primera es aprovecharse del cargo para lograr un beneficio personal, una práctica que como podemos comprobar ha estado muy bien instalada en España y que es en gran parte culpable de la situación de ruina que vive nuestro país. ¿Cómo sería la España actual sin cuentas en Suiza, adjudicaciones a dedo y regalos de promotores inmobiliarios? Seguramente que muy diferente. 

Tratar de confundir a los ciudadanos parece ser otra norma fundamental utilizada por los políticos en su día a día, vendiendo lo blanco como negro y cambiando la realidad en función de sus intereses. Esto lleva a que, en muchas ocasiones, no sean coherentes en sus discursos y sea demasiado fácil rebatirles un argumento al contradecirse ellos mismos en un plazo de tiempo muy corto. Es lo que ha ocurrido en las últimas semanas en el Ayuntamiento donde se ha pasado de defender la labor de los técnicos a cuestionarla en función de si sus resoluciones son beneficiosas o no para los intereses del alcalde. Pongamos algunos ejemplos. Cuando el pasado verano se talaron todos los árboles de la calle Almirante Lobo y se acusó al alcalde de permitir un terrible arboricidio, éste salió al paso alegando que él no entendía del tema y que habían sido los técnicos los que habían dictaminado el peligro que tenían esos árboles por su mal estado. Los técnicos habían hablado y había que respetar su decisión, a pesar de que desde Ecologistas en Acción se denunció que dichos informes contenían demasiadas lagunas. La calle se arrasó y todos podemos ver el resultado de la actuación.


Pasaron los meses y el alcalde presentó la que iba a ser la guinda de su mandato, la exposición del Tesoro del Carambolo en las Casas Consistoriales. Debido a la importancia y valor del tesoro una Comisión de expertos independientes tuvo que valorar la idoneidad de exponerlo en un espacio administrativo que no cumple con los requisitos exigibles a un museo. El dictamen fue negativo, de la misma manera que fue negativo cuando hace unos años el anterior alcalde, del PSOE, quiso hacer lo mismo. A Monteseirín se le dijo que no y de la misma manera a Zoido se le ha dicho que no, porque se ha primado por encima de todo la seguridad del Tesoro. Los expertos son los mismos, pero el alcalde ha tachado la decisión de política acusando a la Junta de Andalucía de interferir en los técnicos para que no le dejen exponer las piezas de oro. Desde la administración autonómica se afirma que no sólo no tienen nada que ver con la decisión sino que se ofrecen al Ayuntamiento para compartir gastos y montar la exposición en el Arqueológico, lugar donde debe estar el Tesoro. 

La última gota en el vaso técnico ha caído esta semana cuando el alcalde, nuevamente, acusaba a la Junta de Andalucía del retraso en las obras de la calle Almirante Lobo por haber enviado a los arqueólogos en el último minuto con la única intención de que las obras no estuvieran listas para las elecciones. Esta vez no ha sido la Junta la que ha contestado, sino la Sección de Arqueología del Colegio de Filosofía y Letras de Sevilla y Huelva que se ha mostrado 'indignado' ante esta ataque por parte del Ayuntamiento apuntando a que desde 2013 se había informado de que las obras en dicha calle requerían de un estudio arqueológico (como ocurre en cualquier obra que se lleva a cabo en el Centro Histórico) pero que el Ayuntamiento lo ignoró hasta que las obras empezaron. La Comisión de Patrimonio al aprobar la obra en Almirante Lobo estableció que debían tomarse las cautelas arqueológicas correspondientes pero desde la Gerencia de Urbanismo se esperó al último minuto para requerir los servicios de los arqueólogos. Hay que recordar que la reforma de esta vía es un proyecto del que se empezó a hablar a principios del mandato pero no ha sido hasta finales de 2014 cuando se ha empezado a ejecutar, seguramente con las vistas puestas en las elecciones municipales de este año. 

La continua lucha de poder entre administraciones es un tema que aburre a una ciudadanía que lo único que quiere es que se solucionen sus problemas cotidianos. Por ello lo mínimo que se le puede pedir a nuestros representantes políticos es coherencia y no usar varas de medir distintas en función de los intereses personales. Es evidente que un político no puede saber de todo, para eso están los técnicos, y su opinión debe ser tenida en cuenta siempre, venga de donde venga. Si se demuestra que un técnico utiliza su puesto para beneficio personal debe haber cauces para solucionar dichos desmanes, pero mientras tanto no se puede poner en tela de juicio el trabajo de los expertos únicamente porque no están de acuerdo con el planteamiento del político de turno.

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