La Casa de la Provincia acogió ayer un nuevo debate del ciclo sobre Arquitectura organizado por Antonio Barrionuevo. Durante varias horas se habló de edificios como las Atarazanas, las naves de Renfe de San Jerónimo, la Comisaría de la Gavidia, el Mercado de la Puerta de la Carne y la Fábrica de Tabacos de Los Remedios.
La intervención de diferentes ponentes como Juan Ruesga o Julia Molino invitó a reflexionar sobre determinados aspectos de vital importancia para la ciudad, unas cuestiones que a pesar de su importancia, pocas veces son tenidas en cuenta. Una de las llamadas de atención más interesantes fue precisamente la letra pequeña que subyace en muchos de los planes y acuerdos que ha firmado el Ayuntamiento en los últimos años con determinadas entidades e instituciones. El caso de Altadis sirve como último ejemplo de un largo rosario de despropósitos. Poco a poco se van conociendo detalles sobre la operación presentada la semana pasada y como apuntábamos entonces, todo parecía beneficioso; pero de nuevo la letra pequeña va creando inquietudes: la posible desaparición de parte de los Jardines de Manuel Ferrand, la construcción de dos edificios en altura, la creación de un gran aparcamiento subterráneo que podría congestionar la estrecha calle Juan Sebastián Elcano, la demolición de gran parte del complejo fabril, la privatización de la ribera del Guadalquivir.... son muchos detalles que han quedado en el aire precisamente por la falta de información aportada desde el Ayuntamiento. Ayer se hicieron propuestas muy interesantes de aprovechamiento del edificio en su totalidad y al mismo tiempo se plantearon nuevas dudas sobre el futuro de estos terrenos. El Ayuntamiento se quedará con el edificio de mayor tamaño, pero, ¿en qué estado? y lo más importante, ¿con qué dinero se va a poner en marcha el complejo cultural-administrativo planteado? En este punto es imposible no acordarse de otros casos similares en los que la patata caliente pasó a manos del Ayuntamiento y no ha habido manera de sacar adelante los proyectos. Recordemos la Fábrica de Artillería, cedida por el Ministerio de Defensa y sin uso; las Naves de Renfe o la Estación de Cádiz; la Comisaría de la Gavidia o la Fábrica de Vidrio de La Trinidad. Todos esos edificios pasaron a manos municipales, lo que se vendió como un gran logro para la ciudad, pero a la hora de la verdad, el Ayuntamiento ha sido incapaz de asumir esos inmuebles o ha recurrido a la iniciativa privada para ponerlos en valor. ¿Pasará lo mismo con la Fábrica de Tabacos? ¿Estamos ante un nuevo gran negocio para la propiedad y una losa patrimonial para el Ayuntamiento? Todas estas incógnitas están sobre la mesa y nadie se ha ocupado de despejarlas.
Frente a esta incertidumbre, en el foro de debate de ayer se propuso una tercera opción. ¿Por qué hay tanta prisa por desarrollar los terrenos de Altadis? ¿Existe realmente una demanda de la ciudad? ¿Por qué no esperar un tiempo para que la propia ciudad y sus ciudadanos decidan qué hacer con esos terrenos? ¿A quién se ha consultado para ver si en Los Remedios hace falta un centro comercial y hoteles? ¿Es realmente lo mejor para la ciudad? Quizás la respuesta a todas estas preguntas esté en algo tan básico como plantear qué queremos los ciudadanos en Altadis. A lo mejor el Ayuntamiento debería buscar otras opciones y no aceptar cualquier convenio por tal de tener máquinas trabajando allí en las elecciones de mayo del año que viene. Es sólo otra vía, una más lenta, pero quizás más efectiva a largo plazo.
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