sábado, 22 de febrero de 2014

Comienzan las I Jornadas sobre Barroco de Sevilla

Retablo mayor de la iglesia de San Fernando, en el Hospital de los Venerables Sacerdotes

El Hospital de los Venerables fue el primero de los edificios que se visitaron ayer en las I Jornadas sobre Barroco que organiza el Aula de Patrimonio de la Escuela de Arquitectura de Sevilla, una iniciativa que ha superado todas las previsiones al agotarse en pocas horas las cuarenta plazas disponibles y quedando un gran número de personas en lista de espera.




La visita al Hospital de los Venerables fue conducida por el catedrático de Historia del Arte José Fernández López, que desgranó el rico programa iconográfico del edificio, y Manuel Ángel Calvo, profesor del Departamento de Enfermería de la Universidad de Sevilla, que hizo un análisis de la situación social y asistencial de la Sevilla barroca.


Fernández López comenzó la visita en el patio de Los Venerables, soberbio ejemplo de la arquitectura de Leonardo de Figueroa, que tras la muerte del primer arquitecto del edificio, Juan Domínguez, se hace cargo de las obras en los años ochenta del siglo XVII. En torno al patio, trasunto de los claustros conventuales, se disponen las diferentes estancias del edificio: la iglesia, la enfermería (la alta para el invierno y la baja para el verano), la escalera o el apeadero. La fuente que centra el espacio nos da una pista sobre la Sevilla del XVII al encontrarse hundida en el pavimento. Esta peculiar disposición no es casual, ya que Los Venerables se encuentra en una de las zonas más altas de la Sevilla intramuros, por lo que hubo que excavar hacia abajo para que la fuente tuviera la suficiente presión y pudiera manar el agua de ella.

Sacristía de la iglesia del Hospital de los Venerables

La iglesia, uno de los ejemplos más fascinantes del Barroco sevillano, es un sencillo templo de planta de salón con cúpula gamonada previa al presbiterio. De su decoración se encargaron los mejores artistas del momento, Murillo pintó varios lienzos que fueron expoliados por el Mariscal Soult (entre ellos la magnífica Inmaculada que está en El Prado), Pedro Roldán talló las esculturas de San Fernando y San Pedro ubicadas a los pies de la iglesia y sus paredes y techos fueron pintados al temple por Juan de Valdés Leal y su hijo Lucas Valdés que diseñaron un complejo programa iconográfico que gira en torno al carácter asistencial de la Institución, el ejercicio del Sacerdocio y los santos titulares del templo, San Fernando y San Pedro. Mención especial merece la Sacristía con su espectacular trampantojo pintado en el techo por Valdés Leal en el que se representa una gloria de ángeles portando la Cruz de Cristo y la tiara papal.

El profesor Manuel Ángel Calvo hizo un repaso a la Sevilla del siglo XVII, una ciudad arrasada por las epidemias que llegó a contar con noventa y cinco hospitales. Si bien, el término 'hospital' no tiene nada que ver con la definición que le damos hoy en día, durante la Edad Moderna estos edificios además de un carácter asistencial, tenían un fin social y gremial. Los hospitales eran lugares donde se trataba a los enfermos, pero también sedes de gremios y asociaciones. A finales del XVI se llevó a cabo una reducción del número de hospitales en la ciudad buscando una mayor eficacia de las instalaciones, se eliminaron más de setenta y sus bienes y rentas se concentraron principalmente en dos, el del Espíritu Santo, en la actual calle Tetuán (solar del C&A) y el de Amor de Dios, que tenía fachada a esta calle y a Trajano y en cuyo solar se levantaron el Cine Trajano, el Teatro Cervantes y los edificios de viviendas que hay entre ellos. Por supuesto, siguieron existiendo otros centros asistenciales en la ciudad, como el de San Lázaro o el de las Cinco Llagas. La asistencia al enfermo se veía en aquella época como una labor de caridad y todos estos hospitales dependían de las donaciones y del dinero que la Iglesia les destinaba. La medicina poco tenía que ver con lo que entendemos hoy en día y en muchos casos, la propagación de enfermedades se debía más a la falta de higiene y al desconocimiento.

Crucero de la iglesia de Santa María la Blanca, sin las copias de los lunetos de Murillo

La Jornada culminó en la iglesia de Santa María la Blanca donde el Coro Maese Rodrigo interpretó diferentes piezas de Fray Gerónimo González y Fray Francisco de Santiago, partituras rescatadas por el director de la formación, Alberto Álvarez Calero en los archivos de las catedrales de Zaragoza y Sevilla, además del Santuario de Arántzazu en Guipúzcoa. Un broche de oro al primer día de unas jornadas que recorrerán los principales escenarios de la Sevilla barroca a lo largo de la semana que viene con visitas al Hospital de la Caridad, la Fábrica de Tabacos, los Reales Alcázares y su Corral de Comedias y la desconocida iglesia de San Pedro de Alcántara de la Orden Tercera, unas visitas que estarán acompañadas de conciertos y recitales, siguiendo la máxima barroca de obra de arte total.


Y todo ello organizado por el Aula de Patrimonio de la Escuela de Arquitectura, un grupo de jóvenes preocupados por su ciudad y que con sus inquietudes nos hacen gozar del trabajo bien hecho. Como no me canso de repetir en este Blog, el futuro de esta ciudad está en sus ciudadanos, en aquellos que trabajan por el bien común sin preocuparse de colgarse medallas ni aparecer en la foto. Es un orgullo contar en nuestra ciudad con este tipo de iniciativas que nacen desde el desinterés, con el único objetivo de sacudir las anquilosadas consciencias sevillanas y demostrar que el trabajo bien hecho tiene su recompensa y que cuando se quiere, se puede. ¡Enhorabuena!

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