jueves, 26 de septiembre de 2013

A Sevilla no le gusta el blanco impoluto


No hay manera. En nuestra ciudad no nos gusta lo nuevo, el olor a pintura, los colores vivos... preferimos la roña. No hay manera de que una pared aguante un tiempo recién pintada, que los puentes sigan en su color o que las farolas no se vean acosadas por multitud de papelitos pegados.


Estas fotos fueron tomadas el fin de semana pasado en el Puente del Alamillo, uno de los símbolos de la ciudad. La imagen es deplorable, y lo peor de todo es que el puente fue pintado por completo hace unos años (vamos, que no es que lleve desde la Expo sin pintarse) mientras que su base se repintaba cada tres meses hasta que hace un año la Junta de Andalucía se dio por vencida. Una pena, no sólo el puente, sino sus accesos ya que los jardines que llevan hacia el Parque del Alamillo presentan también una imagen de abandono inadmisible.


2 comentarios:

gaara_jeik dijo...

Si no puedes con tu enemigo, únete a él. Concretamente en el puente del alamillo es imposible evitar que chicos hagan sus pintadas, pero existe una ley no escrita que dice que no se puede pintar en un grafiti, sino tendrás problemas. Quizas la parte de abajo se podría hacer un grafiti gigantesco que rodee la parte inferior de ésta, con diferentes motivos. Así se une arte y arquitectura.

Sergio Harillo dijo...

Hombre, imposible, imposible.... creo que se trata de educación. Lo que se hace en el puente del Alamillo no deja de ser vandalismo (no tiene nada que ver con, por ejemplo, los grafitis del Paseo Juan Carlos I). El Puente del Alamillo se concibió blanco y pintarle la parte de abajo no creo que fuera una buena solución.

Saludos!