El consejo de la Gerencia de Urbanismo celebrado ayer no tuvo desperdicio. Para empezar, se ha aprobado iniciar los trámites para demandar a Jürgen Mayer, arquitecto del Metropol Parasol, con el fin de exigirle más de cuatro millones de euros por el desvío presupuestario en las obras de la Encarnación. Si bien el Ayuntamiento está en su derecho de reclamar explicaciones por el desfase presupuestario del proyecto, puede terminar encontrándose con un problema mayor. No olvidemos que quién contrató la obra fue el propio Ayuntamiento como institución (por mucho que se quiera culpar a Monteseirín o a la coalición PSOE-IU) y por lo tanto, el asunto puede terminar salpicando al propio Ayuntamiento como institución.
Pero el pleno en Urbanismo dio para mucho más, muchísimo más. El Ayuntamiento está empeñado en retroceder a los años setenta y no parará hasta conseguirlo, ignorando las medidas que se llevan a cabo en ciudades más desarrolladas que la nuestra. ¿A qué me refiero? Pues por ejemplo al cambio que se aprobó ayer en el PGOU para permitir aparcamientos rotatorios en el centro histórico haciendo saltar por los aires las bases del actual Plan General que, para proteger y salvaguardar el casco histórico de la ciudad sólo permite aparcamientos para residentes. Pero en Sevilla la especulación sigue teniendo un peso importante y a la vista está. Como también se ve en el otro asunto que se aprobó ayer, iniciar los trámites para que la antigua comisaria de La Gavidia se pueda vender al mejor postor. ¿Cuál es el problema? Pues que el edificio está calificado como SIPS, es decir, que está al servicio de la ciudadanía. ¿Qué pretende el Ayuntamiento? Venderlo para que se convierta en un centro comercial. Lo demagógico del asunto es que desde el Ayuntamiento se acuse a la oposición de preferir un edificio en ruinas antes que dotarlo de uso. Evidentemente eso no es cierto, el edificio debe tener uso, pero un uso público y social. Convertirlo en un centro comercial acarreará más problemas a una zona ya saturada de tráfico. Los mismos problemas que se crearán en la Alameda de Hércules donde el Consistorio sigue empeñado en construir un aparcamiento subterráneo que arrase con la remodelación urbanística que se acabó hace apenas unos años y que ha conseguido dotar de vida a una zona de la ciudad que estaba demacrada. Urbanismo también aprobó ayer varios aparcamientos subterráneos como el del Prado, que se llevará por delante la zona ajardinada que hay delante del Pabellón de Portugal, o el cambio urbanístico en los teatros históricos de la ciudad, que perderán su calificación como espacio cultural para permitir que se pueda especular con ellos.
Haría bien el Ayuntamiento en dejarse asesorar por expertos y, sobre todo, viajar un poquito. Pero no con una venda en los ojos, sino viendo lo que se hace en otras ciudades y las medidas urbanísticas que hacen una ciudad más habitable y que sus vecinos gocen de una mejor calidad de vida. Evidentemente, llenar el centro de coches y centros comerciales está en las antípodas de lo sostenible, sólo hace falta informarse para darse cuenta de que nuestro actual PGOU tendrá sus limitaciones, pero es todo un ejemplo de ciudad contemporánea.
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