jueves, 5 de julio de 2012

Un repaso por los teatros y cines históricos


Tras la negativa del Ayuntamiento de Sevilla a proteger, de una forma especial y concreta, los diferentes espacios escénicos históricos que se conservan en la ciudad, he querido hacer un recopilatorio de estos edificios que forman parte de nuestra historia. Una vez aprobados los cambios en el PGOU que pretende llevar a cabo el actual Gobierno municipal todos estos espacios podrían terminar convertidos en viviendas, oficinas o comercios, perdiéndose para siempre. El actual Plan General de 2006 los califica como equipamiento cultural, catalogación que los blindaba ante la especulación y una posible transformación radical de sus usos.

El primero y el más antiguo en uso es el Teatro Cine Cervantes, construido por Juan Talavera de la Vega en 1873. Tras el derribo del Teatro San Fernando, se convirtió en el espacio escénico más antiguo de la ciudad. Su carácter centenario no parece ser razón suficiente para su salvación y protección. El edificio, con un aforo que supera las dos mil localidades, conserva su interior prácticamente intacto, a pesar de los cambios introducidos en la década de los sesenta para adaptarlo como cine. Una profunda rehabilitación devolvería a este espacio la grandiosidad y el carácter burgués propio de los teatros decimonónicos.


A pesar de su apariencia clásica, el antiguo Teatro Álvarez Quintero, en la calle Laraña, es un proyecto de los años cuarenta del siglo XX de los arquitectos Rodrigo y Felipe Medina. El teatro se construye en el mismo lugar en el que en los años veinte estaba previsto el Teatro Luca de Tena, auspiciado por Torcuato Luca de Tena y que había diseñado Aníbal González; la muerte de ambos imposibilitó su construcción. El actual edificio se inaugura el 12 de octubre de 1950. En la parte superior de la torre que hace esquina con la calle Arguijo se encuentran los dos veleros que simbolizan a los hermanos Quintero, un elemento que también podemos encontrar en el monumento ubicado en el Parque de María Luisa. Tras cerrar como teatro en 1987, reabrió sus puertas como centro cultural de Cajasol en 1999, gozando de una frenética actividad escénica desde entonces.


El actual Teatro Duque La Imperdible es una construcción moderna asentada en el edificio de Comisiones Obreras. Ocupa el espacio del derruido Teatro del Duque, edificio de finales del siglo XIX que a su vez se levantó sobre parte del solar de la desaparecida iglesia de San Miguel (destruida en 1868). El antiguo teatro, demolido en la década de los sesenta, cerraba el extremo norte de la plaza del Duque, flanqueado por los palacios de Palomares, Sánchez Dalp y Cavaleri.


El Cine Pathé fue el primer espacio concebido en la ciudad como cine. Diseñado por Juan Talavera y Heredia, se inauguró en 1925 con una estética clasicista con elementos modernistas. La imagen actual proviene de la profunda reforma llevada a cabo en los años setenta cuando se eliminó toda la decoración dándole una apariencia más funcional, más "moderna", para atraer al público juvenil. Cerró como cine en 1985 y actualmente ha sido recuperado por Jesús Quintero como espacio escénico tras una profunda remodelación.


Hasta aquí los espacios que conservan el uso para el que fueron construidos. Los siguientes ejemplos no han tenido tanta suerte y mientras que algunos están abandonados a su suerte, otros han sido reconvertidos para albergar otras actividades comerciales. El primero es el antiguo Salón de variedades Lido, obra de Aníbal González de 1922. Su estilo es neomudéjar, un aspecto algo anacrónico ya que el propio arquitecto, inmerso en las obras de la Plaza de España, ya había abandonado este estilo arquitectónico. Aún así, Aníbal González diseña un edificio con doble fachada (a Trajano y a Amor de Dios) con un claro componente clasicista en su simetría, a pesar de la decoración a base de cerámica, arcos polilobulados y paños de sebka. Tras haber sido utilizado como Sala X, actualmente está cerrado y abandonado, aunque se dice que conserva en bastantes buenas condiciones el diseño interior de principios del siglo XX.


También está cerrada a cal y canto la Sala Apolo, recuperada como local de ensayos desde 1991 por la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Tras su mudanza al Teatro de la Maestranza, esta sala permanece cerrada aunque ha habido intentos de recuperarla para la cultura.


El Teatro Llorens es una de las joyas mejor conservadas y más desconocidas de esta ciudad. Tras su sobrio aspecto exterior se oculta un espectacular espacio neomudéjar construido por José Espiau y Muñoz en 1913. De su interior destaca el trampantojo de la bóveda, que a pesar de ser pintada, imita una armadura mudéjar. Su recuperación como espacio escénico no sólo sería factible sino deseable y de hecho en esta línea se manifestó la delegada de Cultura al acceder al cargo. Actualmente ya no funciona como teatro ni como cine, sino como salón de juegos.

En la misma calle Sierpes se encuentra el Teatro Imperial, inaugurado en 1905 y cerrado en 1999. Es por tanto uno de los teatros que más tiempo ha sobrevivido siendo reconvertido en librería Beta en el año 2004. También conserva en buenas condiciones su interior, aunque inexplicablemente en los últimos meses se ha eliminado una pintura que daba acceso al patio de butacas en la que se leía "¡Oh gran Sevilla! Roma triunfante en ánimo y nobleza", el famoso soneto de Miguel de Cervantes. 


El Palacio Central es otro de los espacios escénicos que, a pesar de su cambio de uso, sigue conservando parte de su estética. Ocupa el espacio del Teatro Principal, que se remonta al siglo XVIII. En 1830-40 se llevaron a cabo una serie de reformas que culminarían en la segunda mitad de ese mismo siglo y que le dieron el aspecto actual. El nombre de Palacio Cental lo toma en los años cuarenta del pasado siglo XX, cerrando como teatro a mediados de los ochenta. Tras años de abandono, se restauró y actualmente lo ocupan varias firmas de moda, entre ellas Mango, que está instalada en el antiguo patio de butacas desde donde se observa toda la parte superior del antiguo teatro, con los palcos de madera y la cubierta metálica atribuida a Eiffel.


No podemos cerrar este repaso sin hacer referencia a una de las grandes pérdidas patrimoniales de la ciudad, el Coliseo España. El que fuera Teatro Reina Victoria Eugenia fue víctima de la especulación en los años sesenta cuando el Banco de Bilbao, su propietario en aquellos entonces, destruyó con nocturnidad y alevosía su fantástico interior. Algunos elementos, como la majestuosa lámpara central (que centra hoy el Teatro Lope de Vega) se salvaron, pero en la actualidad sólo conservamos su maravilloso exterior. Obra de los hermanos José y Aurelio Gómez Millán, en él participaron importantes artistas de la época (años veinte) para convertirlo en uno de los teatros más lujosos de España. El ejemplo del Coliseo España debería servirnos como referente para evitar que se vuelvan a dar este tipo de situaciones. Gracias al cambio del PGOU el Ayuntamiento tendrá gran parte de culpa si alguno de estos edificios desaparece.

2 comentarios:

Mara Miniver dijo...

Muy interesante la entrada. Comprendo que la rentabilidad es necesaria pero da mucha pena que puedan perderse obras así. Esperemos que surjan propuestas que sean compatibles con la estética y el espíritu de esos edificios.

Un saludo.

maemolina dijo...

Informándonos de la historia y la realidad de este patrimonio nos ayudas a que tengamos una idea más exacta de la repercusión negativa sobre la ciudad de ésto que denuncias. Gracias por tu buen hacer!