Lo de la exposición sobre Bécquer en la Fundación Madariaga va camino de convertirse en un Expediente X en toda regla. Tal y como expone César Rufino en su Blog, está pasando tan desapercibida que lo más seguro es que cierre con un número ridículo de visitantes. Ni ha salido en prensa, ni se ha mandado nota de prensa... ni tan siquiera aparece en la propia web de la Fundación, que sigue anunciando la exposición que culminó el pasado 20 de mayo. Una gran incógnita. Luego se dirá que la gente rehuye del arte contemporáneo, pero es que no es para menos cuando se lo trata a escondidas.
A pesar de ello, habrá que hacer de nuevo el esfuerzo y acercarse hasta el antiguo Pabellón estadounidense para ver la exposición. ¿Por qué esfuerzo? Porque cuesta entender que un centro de estas características se lo ponga tan complicado al visitante. Por suerte, las exposiciones que organiza suelen ser estupendas y merece la pena la visita, pero acudir a la Fundación Madariaga sigue siendo una aventura, nunca sabes lo que te puedes encontrar precisamente por el poco eco que tiene en la vida cultural de la ciudad. Bien le vendría a este centro una política de comunicación más agresiva o de lo contrario, seguirá siendo un gran desconocido.
Horario_Hasta el 24 de junio. De lunes a viernes de 10 a 14 y de 17 a 20 horas. Los fines de semana de 10'30 a 14'30 horas.
1 comentario:
Esta exposición es una más de las fantasmagóricas realidades de esta Sevilla, a veces tan brillante y otras muchas (demasiadas) tan bochornosa. Pocos artistas han contribuido tanto al tan cacareado "duende" y "misterio" de la ciudad... que tan rentables han resultado durante los últimos 175 años. Solo Sevilla podría tratar con tan soberano desdén una iniciativa que es tanto más meritoria cuanto que ha recibido escasísimo apoyo por parte de las instancias de la Cultura Oficial. Quizá los promotores deberían haber adobado un poco la actividad con algunos de los tópicos y lugares comunes con que nos bombardean los medios de comunicación. Hoy día las cosas como el arte, la creación y la poesía no son cosas que coticen muy alto. Mejor la cultureta con minúsculas, esa que le resulta tan halagüeña y familiar a nuestros políticos. ¡Esa sí que vende!
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