martes, 6 de abril de 2010

El patrimonio perdido

Quizás el nombre de Anish Kapoor a mucha gente no le suene de nada. Si decimos que es uno de los escultores más importantes e influyentes de las últimas décadas, quizás alguno sienta interés por conocerlo. También podemos decir de él que actualmente el Guggenheim Bilbao le dedica una retrospectiva y que Londres le ha contratado para que diseñe una escultura que superará los 200 metros y que será uno de los iconos de sus Juegos Olímpicos, rivalizando con la torre Eiffel parisina.
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Pues este artista, cuyas obras alcanzan cifras astronómicas, realizó una escultura en Sevilla hace veinte años, concretamente "Edificio para un vacío", ubicado junto al Lago de España de Expo'92. El que quiera buscarla que se ahorre el paseo, la obra fue demolida sin contemplaciones para construir Isla Mágica, lo que da una idea del nivel cultural de determinados dirigentes políticos que no dudan en sentenciar una obra de arte de un tal Kapoor mientras acuden en masa a inaugurar una exposición de Murillo.
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Esta entrada viene a reivindicar, una vez más, la terrible pérdida del patrimonio artístico heredado de la Exposición Universal, obras de artistas de reconocido prestigio, obras que valen millones de euros y que en Sevilla han sido despreciadas, mutiladas o directamente destruidas. El último caso es el mural cerámico de Roberto Matta, mutilado para construir el carril bici pero no podemos olvidar el desprecio hacia la "Media esfera azul y verde" de Jesús Soto, que Cajasol no tuvo reparo en devolver a la familia del artista pues le molestaba para la construcción de su torre.
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Os recomendamos la lectura de este artículo de Iniciativa Sevilla Abierta, publicado en Diario de Sevilla.
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6 comentarios:

Sevalber dijo...

Firmo hasta la última coma de tu comentario y del artículo de Iniciativa Sevilla Abierta, obsérvese que la modernidad a la que algunos aspiran en forma de "movilidad sostenible", de rascacielos como icono de la Sevilla del futuro (¡Y UN MOJÓN!) y de otras lindezas por el estilo pasa por ignorar a artistas contemporáneos reconocidos mundialmente. No lo olvidemos, los políticos que tenemos son el reflejo de nuestra sociedad...

Desde luego el tema merece una reflexión profunda, quizás en nuestro inconsciente seguimos siendo víctimas de los 40 años que nos robó "paquito", ¿alguien se imagina que de la noche a la mañana desapareciera la estatua de San Fernando de la Plaza Nueva?

Un saludo.

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Jaskier dijo...

La verdad es que cosas como estas me dejan sin habla. Despues envidiaremos a ciudades como Londres y aspiraremos a tener una obra como esta de forma excepcional, cuando la realidad es que aunque tuvieramos aqui un Guggenheim, un thyssem y el palau de la música, posiblemente los derribariamos para poner, quién sabe, un carril bici y un estudio para Giralda TV.

Que pena.

Sergio Harillo dijo...

El problema es que nos quejamos de la mentalidad de la gente y su excesivo apego a modelos ya caducos, pero si permitimos que se destruyan obras por el simple hecho de ser contemporáneas, no hacemos más que alimentar la idea de que lo único que vale es repetir lo que se hacia hace 100 años.

Un saludo!

Vegeta dijo...

Enhorabuena por su magnífico blog.

En este caso, así como en los de su sección "Recuperar Sevilla", me planteo una cuestión de carácter más bien genérico, sobre la que no encuentro una respuesta clara: en no pocas ocasiones, y ante la sensación de pérdida irreversible que nos produce la destrucción arbitraria de una obra de arte, el sentimiento de rabia nos invade, y el ansia de obtener una reparación de lo perdido es irrefrenable. Sin embargo, ¿es reparable esa pérdida con la reconstrucción extemporánea del objeto? Es decir, ¿la copia exacta de la obra de Kapoor sería en esencia la misma obra de arte, realizada en otro tiempo y sin la participación directa del autor? Me lo comencé a plantear con la sugerencia del Café París, pensando quizá en lo anacrónico que resultaría un edificio modernista de construcción contemporánea, sin la pátina del tiempo que confiere parte sustancial del alma de la obra. Algo parecido pueden haber sentido los neoyorquinos (y yo mismo) tras la destrucción del WTC, por ejemplo.

Por otra parte, como nos relata en su última entrada de "Sevilla inspirada" respecto al Casino de la Exposición, en otros lares sí que se realiza la reproducción exacta del objeto perdido, pese a su extemporaneidad.

Me encantaría conocer su opinión al respecto. El alma me pide volver a ver la obra de Kapoor, así como me pedía ver dos nuevas torres alzarse sobre la Zona Cero, o a los habitantes de Dresde volver a contemplar su palacio en todo su esplendor... Pero no sé si eso borraría del todo el vacío de la destrucción del original sin poder evitar ver un pastiche en su lugar.

¡Muchas gracias!

Sergio Harillo dijo...

@ Vegeta: Ante todo agradecerle su interesante participación en el Blog. Ya que me pide mi propia opinión y este es un tema que me encanta y apasiona, voy a dar rienda suelta a mis pensamientos.

Tal y como usted dice, muchas veces el sentimiento de rabia producido por la pérdida de un edificio u obra de arte nos lleva a desear con todas nuestras fuerzas su restitución exacta para poder subsanar el sentimiento de vacío dejado. ¿Está justificada una reconstrucción tan sólo por un sentimiento de pérdida? Las diferentes cartas, documentos y leyes patrimoniales nos dicen que la mera copia exacta de algo perdido no aporta nada y se sugiere la erradicación de esta práctica. Sin embargo, los documentos y leyes no entienden de sentimientos.

En mi opinión habría que diferenciar entre reconstruir algo que se ha perdido y hacer algo nuevo siguiendo modelos desaparecidos. El construir actualmente un edificio renacentista con decoración plateresca, por ejemplo, me parece un tremendo error, cada tiempo tiene su estilo y precisamente una de las formas que tenemos de dejar para la posterioridad nuestra forma de vida es dejando nuestra personalidad en los edificios que construimos o en las obras de arte que realizamos. Algo diferente me parece el tema de recuperar algo perdido. Cita usted el caso del Café París, una cosa es recuperar un edificio tristemente desaparecido y otro caso completamente distinto sería diseñar hoy en día un edificio de estilo modernista. Si hay dinero, esfuerzo y voluntad por recuperar el Café París, ¿por qué no debería hacerse? No creo que restase nada a la ciudad y sin embargo aportaría mucho, en primer lugar un edificio de gran calidad artística y en segundo lugar dar un ejemplo para generaciones futuras de respeto hacia un Patrimonio que es de todos y que entre todos deberíamos cuidar y mimar.

En cuanto a la obra de Kapoor, pues pienso que reconstruir su obra tal cual no tendría ningún sentido ya que habría que construirla en un lugar diferente al original y además, el artista está vivo por lo que imitar una obra suya sería una desconsideración hacia su propia evolución artística. Distinto es el caso, por ejemplo del mural Verbo America de Roberto Matta en Barqueta, muy deteriorado y sin sentido actual precisamente por su parcial destrucción. El volver a colocar los elementos deteriorados salvaría la obra al darle nuevamente el sentido para el que fue creada.

Como le decía al principio es un tema complicado sobre el que se podría hablar durante horas. Quizás en mi propia reflexión aparezcan contradicciones pero es lo que ocurre cuando aparecen los sentimientos de por medio, que la lógica queda relegada a un segundo plano.

Espero haber contestado a su pregunta.

Un saludo!