martes, 16 de febrero de 2010

Entrevista a Benito Navarrete Prieto

Benito Navarrete Prieto (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1970) es profesor titular de Historia del Arte en la Universidad de Alcalá de Henares. Desde 2008 es asesor científico del Centro Diego Velázquez de Sevilla, labor que compagina con su actividad docente e investigadora. Con motivo de la inauguración en Sevilla de la exposición “El joven Murillo” de la que es comisario junto con Alfonso E. Pérez Sánchez, Culturadesevilla ha querido conocer cómo se gesta una exposición de estas características de la mano de uno de sus protagonistas principales. Ha sido todo un placer contar con su colaboración y esperamos que disfrutéis de la entrevista.
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Murillo es uno de los artistas españoles más conocidos por el gran público. ¿Cómo surge la idea de dedicarle una exposición a su etapa de formación, un tema nunca antes abordado? ¿Qué nueva perspectiva sobre su obra dará a conocer esta exposición?
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La idea de la exposición surge del profesor Alfonso E. Pérez Sánchez y del Museo de Bellas Artes de Bilbao con la finalidad de arrojar luz sobre el periodo formativo del joven Murillo, dado que el citado museo conserva dos obras singulares de este periodo: Las lágrimas de San Pedro y el San Lesmes. Posteriormente se unió al proyecto el Museo de Bellas Artes de Sevilla que también conserva obras capitales de este periodo, como La Estigmatización de San Francisco o la Inmaculada denominada La Colosal, que por razones de tamaño no puede viajar. Es una exposición que en buena medida se complementa con la que llevamos a cabo sobre El Primer Naturalismo en Sevilla, porque el joven Murillo arranca de los logros alcanzados por esta generación de artistas. Quizás lo más novedoso de la exposición sea que, por vez primera, el artista se estudia en el contexto de la cultura y la literatura de su tiempo. Por un lado están los aportes de los artistas extranjeros como por ejemplo Abraham Bloemaert que fue decisivo en su formación y de los artistas locales, desde el escultor Martínez Montañés a la pintura de Roelas, Herrrera el Viejo o Zurbarán. Y en lo cultural el impacto decisivo de la literatura del siglo de oro: El Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán, que él tenía en su biblioteca, y la doctrina emanada de los franciscanos del convento de San Francisco que iba encaminada hacia la Justicia social y la atención a los desamparados. Esto es lo que hace que su pintura, partiendo de lo religioso, termine en lo social con las pinturas de niños y tipos populares. Algunas de estas obras se presentan ahora por vez primera, caso de la Hilandera o la Vieja con gallina y cesta de huevos. Todas las pinturas de género conocidas de su periodo juvenil estarán presentes en la exposición. Y muchos de los temas que desarrolló en su madurez están aquí trazados. De ahí la importancia del enfoque de la muestra que lo presenta como un hombre de su tiempo con los pies en la tierra y muy concienciado y solidario, desterrando la imagen adulterada que se tenía de su pintura.
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¿Cuánto tiempo llevan trabajando en esta exposición? ¿Qué se esconde detrás de una exposición de esta envergadura?
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Llevamos trabajando desde el año 2005. Una exposición es ante todo un proyecto de investigación que tiene que tener unos objetivos y una metodología. Nosotros creemos que las exposiciones deben servir para el avance del conocimiento, sobre todo en un mundo donde lo que más prima es la cultura del espectáculo y atraer al público ofreciendo sensacionalismo. Contra esto, debe imperar la cultura del conocimiento, y eso es lo que nos propusimos desde el primer momento. Una gran exposición justifica que viajen tantas obras si detrás hay algo nuevo que contar o si se cambia o mejora la percepción de un artista. Y creemos que en esta ocasión se cumple con esta premisa, al desterrar la imagen de un pintor sentimental. No solo el descubrimiento de nuevas obras, sino las claves que alumbraron al artista y que le hicieron abordar determinados temas, son aspectos que se descubren con el catálogo y con la exposición.
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Reunir obras de grandes museos como el Louvre debe ser una gran aventura. ¿Cómo describiría esta experiencia? ¿Se ha quedado algún lienzo en el tintero o están todos los que barajaron en un principio?
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Es lo más excitante de una exposición, el momento en el que se reciben las cartas de peticiones. Obviamente no siempre se consiguen todas las obras, pero en la primera lista que hacen los comisarios tiene que quedar muy claro qué obras son imprescindibles para el discurso. Y en este caso el condicionante era que fueran representativas de esos años de juventud de Murillo: 1640-1655. El momento en el que se forma como pintor y, por tanto, han de reflejar las claves de sus referentes: Juan del Castillo, Juan de Roelas, Zurbarán y el influjo del joven Velázquez. Como es lógico, hemos tenido algunas decepciones, pero, por otro lado, algunos museos como el Louvre nos han dejado algunos de sus cuadros más emblemáticos. Cuando recibí el mail de Vincent Pomarade aceptando dejar la obra del Piojoso por la consistencia científica del proyecto, me emocioné, sobre todo, porque hubo que insistir en muchos frentes y en ello fue decisiva la ayuda de Claudie Ressort. Otro lienzo que no ha podido estar en la exposición es el de La visión de Fray Juan de Alcalá del Clark Art Institute de Williamstown, Massachussets por estar comprometido a otra exposición. Otras circunstancias fueron el tamaño excesivo que impide el transporte de algunas obras, como La cocina de los Ángeles del Louvre o la Muerte de Santa Clara de la Gemäldegalerie de Dresde que miden casi 5 metros. De todos modos creo que podemos estar satisfechos de haber recibido un 80% de las peticiones, lo que no sólo es un logro de los comisarios, sino del Museo de Bellas Artes de Bilbao y el de Sevilla como promotores de la muestra.
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La exposición ha dado grandes sorpresas como la Virgen con el Niño del Museo de Lier, recién atribuida a Murillo. ¿Queda aún mucho Murillo por descubrir?
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El tema de la Virgen con el Niño de Lier es muy singular porque realmente sí estaba publicada por Diego Angulo en su monografía de Murillo pero en colección particular de Bruselas. En el Museo de Lier la tenían en los almacenes como una copia, y ha sido Eduardo Lamas quien la localizó y me mostró la fotografía, y era una de las obras que buscábamos desesperadamente para la exposición por ser la primera versión del tema que pinta Murillo. La restauración fue deslumbrante. Es evidente que quedan obras por descubrir y también es una prueba del gran desconocimiento que hay en el mundo sobre la pintura española. El que haya investigadores que se ocupen de pintura española fuera de nuestras fronteras permite que cada vez se tenga más información sobre el tema. Algo parecido ocurrió con La Hilandera de Stourhead que localizó Ignacio Cano o con la Santa Catalina de Focus-Abengoa que se pensaba que era de Alonso Cano y que ahora demuestro que fue la que Murillo pintó para la iglesia de Santa Catalina de Sevilla, confiscada por Soult para su colección. En este sentido el estudio de la procedencia de las obras es vital. Esta es la razón por la que en el catálogo hemos hecho un estudio importante de las procedencias, basado en la investigación de antiguos inventarios, archivos nobiliarios y antiguos catálogos de museos. En muchos casos algunas de estas fichas son artículos independientes que han complementado la labor de Angulo.
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Con exposiciones como la de Murillo, Sorolla o la Casa de Alba, el Bellas Artes sevillano está viviendo un gran éxito de público. ¿Cómo valora su reconocimiento internacional? ¿Le queda mucho por decir a nuestro Museo?
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El museo de Bellas Artes de Sevilla es uno de los museos más importantes de España y cada vez es más considerado fuera de nuestras fronteras. He trabajado muy cómodamente con su equipo de conservadores y con su director. Creo que con voluntad política se podría hacer de nuestro museo un referente en el plano nacional. Afortunadamente la Junta de Andalucía es cada vez más consciente de ello, pero sólo se conseguirá el día que el museo tenga su propio estatuto independiente al de los demás museos de Andalucía, y se impliquen en él la administración local, la estatal, la autonómica, la iglesia, la empresa y la ciudadanía. Es algo vital para la supervivencia del museo y para su trascendencia. Estoy convencido de que ese día va a llegar, y que si las administraciones se conciencian, valdrá la pena. Estamos todavía a años luz de lo que este museo puede dar de sí, y si se reúnen todos los esfuerzos se puede conseguir. El ejemplo está en Málaga con el Museo Picasso de reciente creación, y lo que ha conseguido en tan poco tiempo. ¿No se merece un mejor trato un museo que representa el poso y la cultura del momento más esplendoroso de nuestra historia y cuándo Andalucía brilló con luz propia?
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¿Conoce el proyecto de la Casa de Murillo en Sevilla? ¿Qué le parece que se le dedique un centro de interpretación?
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No conozco bien el proyecto, pero si se hace con conocimiento y con un planteamiento novedoso e interactivo, puede ser muy positivo, sobre todo por crear unos itinerarios culturales en la ciudad, uniendo los esfuerzos de lo público y lo privado para beneficio de todos.
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Esta exposición supone el regreso a España de algunas obras que salieron de nuestro país tras la invasión napoleónica. Sevilla perdió mucho patrimonio en aquellos años pero eso ha contribuido a que nuestros artistas sean conocidos y reconocidos en todo el mundo. ¿Qué opina sobre la idea de reclamar esas obras?
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Efectivamente, perdimos mucho patrimonio y la culpa no solo es de los franceses como solemos decir. Soult no se lo llevó todo. Es un problema de educación y de sensibilidad, y también de codicia. Tenga en cuenta que con la desamortización muchas obras salieron vendidas con la conformidad del propio Estado. En este sentido el que haya políticos y asociaciones como Velázquez por Sevilla que planteen en la actualidad la devolución de estas obras, como mínimo denota una preocupación por nuestro patrimonio y una conciencia importante de identidad nacional, y no me refiero sólo a España como Estado, sino a Andalucía como una comunidad con una identidad cultural diferenciada. Más que reclamar las obras que moralmente es lícito, habría que poner todo el esfuerzo tanto público como privado en recuperar las que salieron y vuelvan a ofrecerse en venta, y sobre todo es necesario que la Junta de Valoración, Calificación y exportación de obras de arte vele celosamente por evitar que sigan saliendo en pleno siglo XXI obras significativas de nuestro patrimonio cultural.
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Por último, permítame desviarme del tema para preguntarle por el Centro Velázquez del que es asesor científico. Después de dos años de andadura, ¿cómo valora su labor y evolución en la ciudad?
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Creo que ha sido un sueño compartido por muchos que sigue vivo y para el que seguimos trabajando con la misma pasión de entonces. Queda todavía mucho por hacer y el tiempo irá dejando hablar a nuestro esfuerzo. Por el momento demuestra que cuando lo privado se pone al servicio de lo público el que sale ganando es el ciudadano. Afortunadamente seguiremos remando, tenemos de nuestro lado la energía sostenible…
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Exposición "El joven Murillo". Museo de Bellas Artes de Sevilla. Del 2o de febrero al 30 de mayo.
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2 comentarios:

Jaskier dijo...

Una buena entrevista, desde luego. Una persona con mucho sentido comun desde luego Benito Navarrete. Su razón tiene en que se podrían hacer grandes cosas en el Bellas Artes del mismo modo que el Museo Picasso ha despegado en los últimos años, que artistas no faltan. Sobre la exportación de pratimonio prefiero no hablar tanto por lo poco que se del tema como porque lo poco que se me puede llevar a rajar de franceses y españoles, pero razón tiene con que debe evitarse que salgan obras incluso en la actualidad.

Muchas gracias por la entrevista, desde luego estás realizando una labor muy util en algo que lo necesita...

Un saludo!

Sergio Harillo dijo...

La verdad es que ha sido todo un privilegio contar con la colaboración de Benito Navarrete. Se han quedado muchas cuestiones en el tintero pero tampoco quería alargar en exceso la entrevista. Ahora sólo falta que la exposición sea todo un éxito de público.

Un saludo!