miércoles, 28 de octubre de 2009

Sevilla inspirada: Museo Arqueológico

Con esta nueva sección del Blog queremos hacer un repaso a algunos edificios sevillanos que toman como referencia o se inspiran en edificios de otras partes del mundo. En algunos ejemplos veremos un cierto aire que nos recuerde a arquitecturas del pasado pero en otros veremos claramente como el arquitecto más que inspirarse, copia determinados elementos y los introduce en su diseño.
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Empezamos con el Museo Arqueológico de Sevilla, edificio diseñado por Aníbal González para la Exposición Iberoamericana de 1929. Este gran edificio fue concebido por el arquitecto como cierre sur de la Plaza de América y en sintonía con los otros dos edificios que completan la plaza, el Pabellón Real y el Mudéjar. Cada uno está construido en un estilo arquitectónico diferente que emula al pasado con la idea de reflejar los períodos más fecundos de la arquitectura española: el arte Mudéjar, el Gótico Final de la época de los Reyes Católicos y el Renacimiento más castellano.
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El conocido como Pabellón de Bellas Artes fue levantado entre 1910 y 1915 en piedra artificial. El edificio fue diseñado para acoger las muestras de Bellas Artes que tendrían lugar durante la citada Exposición. No será hasta 1942 cuando se convierta en sede del Museo Arqueológico tras abondar la colección arqueológica su primitivo emplazamiento en el actual Museo de Bellas Artes.
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El edificio, de planta rectangular, ofrece a la plaza un volumen compacto centrado por su monumental puerta de acceso y con dos cuerpos laterales a la misma. Para romper la volumetría y la sensación de pantalla, el arquitecto introdujo una serie de volúmenes verticales que sobresalen por encima del cuerpo central y le dan al edificio un movimiento de entrantes y salientes que evitan la monotonía.
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Para suplir la sencillez arquitectónica, el edificio fue dotado de una importante labor decorativa a base de columnas, entablamentos, cornisas y frontones además de cresterías en su remate superior, esculturas y escudos. Llaman la atención las diferentes alegorías que recorren el edificio, ubicadas en hornacinas y que hacen referencia a diferentes disciplinas como la Arquitectura.
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Hasta aquí la descripción del gran edificio diseñado por Aníbal González, pero, ¿de dónde toma el arquitecto todas esas referencias? Nos trasladamos hasta Salamanca, donde se encuentra el Palacio de Monterrey, uno de los ejemplos más notorios del Renacimiento español construido a partir de 1539 según el diseño de Rodrigo Gil de Hontañón y Fray Martín de Santiago para el III Conde de Monterrey, don Alonso de Zúñiga y Acevedo. Y bien, si Aníbal González quería con su edificio destacar la riqueza del Renacimiento español, ¿qué mejor forma de hacerlo acudiendo a una de sus obras cumbre?
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A poco que nos fijemos en el Palacio de Monterrey veremos que las similitudes son asombrosas, no sólo en el tratamiento de la fachada a modo de sillares vistos sino en el juego de volúmenes destacando ejes verticales sobre el eje horizontal del edificio y sobre todo en la decoración.
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Observamos que Aníbal González prácticamente copia algunos elementos como las cresterías superiores que rematan el edificio o los escudos en esquina flanqueados por leones rampantes. El tipo de vanos, de medio punto con columnillas separando las diferentes ventanas también es usado en el Arqueológico en las galerías inferiores.
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Evidentemente, nuestro Museo no es una copia literal, tan sólo una interpretación. Aníbal González toma aquellos elementos que cree necesarios para remarcar el carácter renacentista del edificio pero añade su propia personalidad al edificio dándole una monumentalidad y centralidad que Monterrey no tiene. Evidentemente, una casa particular, por muy palacio que sea, no requiere de una portada tan monumental como la de un edificio público que va a acoger a miles de visitantes. Es más, la tradición arquitectónica española no ha sido muy partidaria históricamente de grandes portadas para los palacios ya que se preferían entradas en recodo y algo ocultas que dificultaran el acceso y sobre todo, el asedio. La tradición de portadas monumentales llega a España a través del Renacimiento italiano.
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Otra nota personal de Aníbal es la perfecta ubicación de cada uno de los elementos, buscando en todo momento una armonía y simetría que no vemos en muchos edificios renacentistas españoles, ya sea porque no se acabaron o porque las necesidades de cada época han obligado a hacer añadidos y reformas. En el Museo todo está perfectamente medido y colocado, desde el juego de ventanas hasta las diferentes hornacinas con decoración para transmitir un ideal de perfección renacentista que no deja de ser una utopía.
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