domingo, 3 de mayo de 2009

L'Almoina descubre la Valencia romana


Pocas veces la Arqueología depara sorpresas tan fabulosas. L'Almoina era un edificio medieval destinado a cubrir las necesidades de aquellos que no tenían recursos (en castellano significa "Limosna"). El edificio medieval, de grandes dimensiones, ocupaba una parcela detrás de la Catedral de Valencia y junto a la Basílica de la Mare de Déu dels Desamparats. Con el paso de los siglos el edificio fue perdiendo su uso hasta que cayó en la ruina y finalmente fue derribado. Cuando los arqueólogos entraron en el solar, seguramente jamás pensaron que a pocos metros bajo el suelo que pisaban iba a emerger el centro neurálgico de la Valentia romana. Bajo los restos del antiguo edificio medieval apareció el cruce del cardo y el decumanus romanos, los dos ejes principales de toda ciudad romana. Justo en ese cruce se ubicaba el Foro con los edificios públicos más relevantes, así fueron apareciendo los restos del Foro de más de 7.000 m2, la Basílica, la Curia, las Termas mayores, el depósito de cereales y un Ninfeo, templo dedicado a las divinidades acuáticas. Además, también aparecieron restos de distintos edificios visigodos como una basílica, los cimientos del primitivo Baptisterio cristiano y parte de la Alcazaba islámica. Todo un conjunto de restos que evidenciaban la importancia de la ciudad de Valencia a lo largo de los siglos.




Pero no sólo han aparecido edificios, también se han localizado los pozos votivos donde tras la ceremonia de Fundación de la ciudad eran arrojados todos los utensilios utilizados en el banquete ceremonial. Una vez reconstruidos han dado paso a una interesante colección de piezas cerámicas del siglo II a.C. Se podría decir que si hubieran buscado este lugar a conciencia seguramente no habrían dado con él. 



Valencia fue fundada en el 138 a.C. y tras la destrucción acometida por Pompeyo, que la redujo a cenizas, fue abandonada hasta que fue refundada ya en el siglo I a.C. Una ciudad que renace de sus cenizas y que ahora nos muestra cómo era su epicentro político, comercial y religioso.



El Centro Arqueológico se abre al exterior con una cristalera que ocupa la extensión de las termas romanas, que pueden verse desde el exterior. Se busca de este modo una comunión entre el pasado y el presente de la ciudad. El resultado es una plaza peatonal que permite observar con detenimiento la Catedral y otros edificios que están a su alrededor y a la vez arroja luz a los vestigios que se esconden en el subsuelo, cubiertos con una fina lámina de agua que hace referencia a las Termas que hay debajo.

 


Sin duda todo un ejemplo a seguir en el proyecto del Antiquarium de la Encarnación. La visita, guiada, se complementa con audiovisuales que reconstruyen cada uno de los edificios a partir de los restos que podemos ver, así como paneles en varios idiomas, incluido en braille. Por medio de pasarelas se recorren los 6.000 m2 que componen el Centro Arqueológico. Una joya que nadie debería perderse en su visita a Valencia.

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