sábado, 21 de febrero de 2009

De visita al Palacio de Altamira

 

El actual Palacio de Altamira, en la plaza de Santa María la Blanca, es fruto de una serie de remodelaciones y añadidos que hunden sus raíces en época almohade, si bien la construcción que vemos hoy en día es de principios del siglo XV con posteriores añadidos.



Tras la conquista cristiana de la ciudad, en 1248, toda esta zona fue ocupada por la población judía que vivía en Sevilla. Los actuales barrios de Santa Cruz y San Bartolomé contaban con su propia muralla y puertas (la de la Carne era la que daba al exterior) para acotar el recinto de la judería. En la zona del palacio de Altamira existían diferentes ricas casas judías siendo esta parte de la ciudad la más rica y próspera. En 1391 una población exaltada toma la judería e incendia el barrio, destruyéndose todo cuanto había en él. Los judíos son expulsados de la ciudad y sus casas y edificios, abandonados.


A principios del siglo XV llega a Sevilla Diego López de Stúñiga, Justicia Mayor de Castilla, a quién el Rey regala estos terrenos. El linaje de los Stúñiga levanta el actual palacio a imagen y semejanza de los Reales Alcázares, con dos zonas bien diferenciadas, la pública y la privada, cada una centrada por un patio que recuerda a los construidos en el Alcázar.

 


El palacio va pasando por diferentes familias hasta el siglo XVIII cuando es ocupada por el linaje de los Altamira, de quién toma el nombre actual. Posteriormente, pasará a ser un patio de vecinos. Es en esta época cuando el palacio sufre una gran destrucción al ser compartimentado y alterado para ubicar gran número de infraviviendas que terminan por arruinar las ricas decoraciones que en su día tuvo. Así seguirá hasta el siglo XX cuando es completamente abandonado y "ocupado", destruyéndose artesonados y demás motivos artísticos. Ya a mediados del siglo XX la Junta de Andalucía adquiere el inmueble y lo restaura, recuperando lo que se pudo y abriéndolo en 1997 como sede de la Consejería de Cultura.


El recorrido se inicia por el antiguo apeadero, muy reformado actualmente con grandes bóvedas invertidas. Por una estrecha puerta se accede al que fue el patio principal del palacio, que toma como ejemplo el patio de las Doncellas del Real Alcázar, con parterres a los lados y alberca central. En su día estuvo decorado con yeserías y pavimentos de azulejos, pero hoy en día no se conserva prácticamente nada. En el siglo XV el patio estaba formado por una serie de pilares ochavados que ya en el siglo XVII fueron sustituidos por columnas, todas ellas de acarreo, al igual que los capiteles, de ahí el amplio catálogo de formas y tamaños.





Junto a este patio se encontraban las principales estancias públicas, como la gran Qubba o Salón del Trono, actualmente totalmente reformado pero que un día debió contar con una cúpula mudéjar. En el siglo XVII se le añadió una segunda planta para crear arriba un oratorio. Junto a este gran salón (hoy en día decorado con los restos de vigas y artesonados que se han podido rescatar) estaban los aposentos del Duque, con una loggia que en su día daba a los jardines y huertas del palacio, hoy totalmente ocupadas por casas. Además hay un pequeño museo con diferentes restos hallados en las excavaciones arqueológicas del recinto.





En otro lado del patio aparece esta pequeña habitación decorada con pinturas en su bóveda que a lo largo de la historia ha tenido diferentes usos, desde capilla del palacio a sala de armas. Además de las pinturas heráldicas del techo, llama la atención la fuente que centra el espacio, de época judía y uno de los pocos restos de esta época conservados en la ciudad.

 



Por un angosto pasillo se llega a la parte privada del palacio, mucho más íntima y que tiene como centro de distribución un pequeño patio al estilo del de las Muñecas del Alcázar. Esta zona del palacio era conocida como Palacio de los Azulejos, por la solería ajedrezada que tuvo y que hoy en día se ha querido recuperar en el patio. Éste está compuesto por una serie de pilares que, sin embargo, en algún momento de la historia fueron sustituidos por columnas. En la restauración se ha querido devolver el primitivo aspecto al patio, pero dejando testigo de esas columnas. La yesería que en su día decoró el patio está prácticamente perdida.

 




Por último se visita una última sala muy interesante puesto que en su día fue un Jardín de Crucero pero hoy en día se encuentra dentro del edificio. En el siglo XV el acceso al palacio estaba en el contiguo callejón de las Dos Hermanas, un acceso en recodo y de gran dificultad para proteger el palacio y evitar el asedio. Y así fue hasta el siglo XVII cuando Vermondo Resta construye la actual fachada protobarroca que da a la plaza. Lo que en su día fue un jardín al aire libre al que se accedía por una loggia, junto al muro perimetral del palacio, tras la construcción de la nueva fachada queda englobado en el palacio pasando a ser una estancia más.


5 comentarios:

Edward dijo...

Muy interesante la entrada. La verdad que paso todos los dias por este Palacio, y nunca me he preguntado si sería visitable...y la verdad que parece muy interesante. La Consejería de Cultura se extiende por todo el barrio de San Bartolomé. Muy indicado el lugar, desde luego.

Siempre me ha llamado la atención el techo "abombado" del zaguán de entrada.

Enhorabuena por la entrada, apunto los horarios de visita.

Un saludo

Sergio Harillo dijo...

@Edward: Me alegro de que te haya gustado :) Las bóvedas invertidas aparecen también en otras zonas del palacio, es el toque "moderno" de la actuación. Un saludo!

Duran dijo...

hola!

Cuanto vale la entrada al palacio?

Un saludo


D.L.

Sergio Harillo dijo...

@ Duran: La entrada es gratuita, únicamente hay que llamar para pedir cita al teléfono que aparece en el artículo.

Un saludo!

primoCudeiro dijo...

He estado allí hoy y la visita ha sido estupenda merece totalmente la pena :)