lunes, 9 de marzo de 2020

Soportales en Sevilla, un fósil patrimonial que perdura en nuestras calles



La recuperación de varias columnas en el bajo de un edificio de la calle Francos rescata parte de la historia del patrimonio de Sevilla, una ciudad en la que desde antiguo se emplearon los soportales como zona de diálogo entre lo público y lo privado. Sin llegar a la espectacularidad de ciudades como Bolonia, donde el soportal es toda una seña de identidad, Sevilla contó hasta finales del siglo XIX con un importante conjunto de soportales en calles y plazas que a día de hoy podemos rastrear todavía en algunos edificios.




Calle Francos con restos de lo que en su día fueron roportales


En imágenes antiguas de la ciudad podemos ver cómo las plazas de San Francisco, la Pescadería o la Alfalfa contaban con soportales. En algunas zonas el espacio cubierto era transitable tan solo en dos o tres edificios, mientras que en otras calles como San Jacinto, el tramo protegido de la lluvia y el sol era mucho más largo.


Plaza de San Francisco con soportales en el siglo XIX. Fuente


En ciudades como Bolonia, por poner un ejemplo paradigmático de este elemento arquitectónico, prácticamente cualquier edificio se adapta a la idiosincrasia de la calle quedando fachadas de palacios e iglesias integrados en el perfil de la misma. En Sevilla no nos encontramos ese mismo concepto. Si atendemos a grandes edificios como el Hospital de las Cinco Llagas, la iglesia del Salvador, el Archivo de Indias, la antigua Audiencia Provincial o el Palacio de San Telmo, vemos que el concepto de fachada hacia la calle es completamente distinto. Los soportales se empleaban en edificios de uso residencial en cuyos bajos se ubicaban comercios, al estilo de lo que ocurría siglos atrás en la cercana Itálica, cuyas calles estaban porticadas.


Soportales en la Plaza del Salvador


Curioso es el caso del Ayuntamiento. Mientras que la primitiva obra de Diego de Riaño y Martín de Gaínza nos muestra una rica fachada decorada con relieves y elementos propios de la arquitectura clásica del Renacimiento, la ampliación llevada a cabo a mediados del siglo XVI por Hernán Ruiz II sí se planteó como un espacio porticado tanto en planta baja como en la alta, permitiendo crear en la Plaza de San Francisco un gran balcón desde el que disfrutar de los festejos y eventos que se celebraban en la vía pública. Este pórtico se perdió lamentablemente en la reforma que se llevó a cabo en el Ayuntamiento durante el siglo XIX, época en la que se le da un aspecto simétrico que nunca tuvo.



Soportales en la calle Alemanes


Las reformas urbanísticas de finales del XIX y principios del XX eliminarán gran parte de los soportales de las calles sevillanas. Es en esta época cuando se plantea un nuevo concepto de fachada más monumental que prescinde de los soportales. El ejemplo más evidente lo tenemos de nuevo en la Plaza de San Francisco. Tanto el frente este como el sur de la misma contaban con soportales que fueron eliminados al levantarse los edificios regionalistas que podemos ver a día de hoy en uno de los laterales de la plaza. Del mismo modo, la nueva sede del Banco de España ocupó el solar de un edificio de grandes proporciones que también contaba con soportales. En un primer diseño Antonio Illanes del Río planteaba un pórtico en la fachada principal, pero los recortes presupuestarios y la dilatación en el tiempo del proyecto terminaron simplificando la idea hacia una fachada más limpia.


Restos de soportal en una casa de la calle San Pablo

Edificio del siglo XX que recupera la tradición de los soportales en su planta baja. Calle Rodrigo Caro


Paseando por Sevilla no es difícil encontrar fachadas con columnas de mármol que han quedado embutidas en los bajos comerciales como en la Plaza del Pan, la calle San Pablo, o Los Terceros. Seguramente muchas de esas columnas formaban parte de soportales que, con el paso del tiempo, han quedado integrados en el edificio. En otros casos sí se pueden reconocer esos soportales, en calles como Alemanes donde el tramo porticado es bastante amplio o en plazas como el Salvador, donde se conservan dos edificios con soportales.


Soportales en la Puerta Real

Soportales en la Puerta Real


Otro ejemplo muy interesante, considerado de los más antiguos de la ciudad, se encuentra en la Puerta Real, en la esquina en la que la calle San Laureano pasa a llamarse Alfonso XII. En esta ocasión, en lugar de columnas soportando un dintel de madera nos encontramos pilares de planta cuadrangular, una tipología similar a la que hubo en la calle San Jacinto y que, más allá de Sevilla, se sigue conservando en La Pañoleta, en Camas. La presencia de un olvidado raíl del tranvía junto a uno de estos edificios queda como único testigo de la antigua línea que comunicaba con Sevilla, cuando La Pañoleta actuaba como puerta de entrada a la capital.


Soportal en La Pañoleta, Camas. Fotografía de Guillermo Carrillo Ayala


Si bien las reformas de principios del siglo XX eliminaron la gran mayoría de los soportales, a mediados de siglo se produce el efecto inverso. Nuevas alineaciones y calles como República Argentina, Imagen, Fabiola o Reina Mercedes recuperan los soportales, a veces con una arquitectura inspirada en estilos del pasado (como en la calle Rodrigo Caro) y otras apostando por un lenguaje contemporáneo (Juzgados del Prado). Precisamente esto es algo que encontramos también en Bolonia, donde los soportales se han seguido empleando en el diseño de la ciudad contemporánea. A pesar del recelo que despiertan calles como Imagen, es curioso que sea precisamente en estas vías donde se recupere un elemento que fue característico de las calles sevillanas.


Soportales en avenida Reina Mercedes. Fotografía de Nacho Ruiz

Soportales en avenida Reina Mercedes. Fotografía de Nacho Ruiz


También de mediados de siglo es otro de los soportales más monumentales que se conservan en Sevilla, el del mercado del Arenal. Juan Talavera y Heredia diseña un edificio de grandes proporciones que engloba en su interior el mercado, abierto al exterior por medio de galerías porticadas con arcos de medio punto que recaen sobre columnas. También podríamos incluir la Plaza del Cabildo dentro de estos proyectos de mediados del siglo XX que optan por galerías porticadas, aunque en este caso se trate de un espacio interior.

Mercado del Arenal de Juan Talavera y Heredia

A pesar de su estética, la Plaza del Cabildo es de la segunda mitad del siglo XX


La modernización de la ciudad en tiempos de la Exposición Universal de 1992 supuso otro impulso para la construcción de nuevos soportales en la ciudad. En Sevilla Este se empleó este recurso arquitectónico en varias calles y avenidas mientras que el proyecto del Teatro de la Maestranza reutilizó la antigua fachada de la Maestranza de Artillería como fachada del teatro, convirtiéndose en un soportal contemporáneo.


Local comercial en la Plaza del Pan que en su día pudo acoger un soportal abierto


La presencia de soportales en nuestras calles, a pesar de su utilidad en días de calor o lluvia, suele generar problemas de convivencia que terminan o bien en el cierre de los mismos (caso del Teatro de la Maestranza) o en la privatización del espacio, impidiendo el libre tránsito peatonal por los mismos. A pesar de los cambios urbanísticos y de costumbres sociales, el soportal sigue estando presente en nuestras calles como testimonio de una forma de entender el espacio público y la convivencia entre lo público y lo privado. Actuaciones como la llevada a cabo en la calle Francos permiten reconocer parte de esa huella histórica que aún pervive en nuestra ciudad.




>> Quiero agradecer a Guillermo Carrillo Ayala su ayuda para la elaboración de este post y a Nacho Ruiz sus fotografías.

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