viernes, 30 de septiembre de 2016

San Antonio Abad brilla tras la restauración de sus pinturas murales

Vista general del templo. Imagen de F.J. Domínguez


La iglesia de San Antonio Abad, sede de la Hermandad del Silencio, acaba de abrir sus puertas tras la última fase de restauración de las pinturas de su bóveda, realizadas por un equipo de restauradores dirigidos por Javier Barbasán y Camila Casotti.



Construido entre 1719 y 1727, el templo de San Antonio Abad se asienta sobre una antigua iglesia del siglo XVI. Las pinturas que decoran bóvedas, crucero y muros se pintaron entre 1730 y 1740, atribuyéndose al círculo de Juan de Espinal. La reciente restauración ha permitido confirmar la fecha de realización, además de apuntar a la mano de Domingo Martínez en algunas de las pinturas, realizadas con témpera y óleo sobre estucos de yeso y cal. La técnica empleada en las pinturas, al no ser al fresco, ha sido una de las causas del deterioro del ciclo pictórico, si bien el hecho de haber sido cubiertas con cal en 1834, apenas un siglo después de su creación, ha favorecido que gran parte de las pinturas se hayan podido rescatar.


La bóveda del Presbiterio, así como el bajo coro, fueron las dos únicas zonas que no se cubrieron con cal en el siglo XIX, por lo que su deterio fue aumentado hasta que en 1966 se llevó a cabo una restauración. En este proceso se reconstruyeron las pinturas realizando una serie de repintes que han sido eliminados en la bóveda del Presbiterio durante los recientes trabajos de restauración. El bajo coro, sin embargo, ha quedado pendiente de una restauración en profundidad, de ahí que su colorido se vea mucho más apagado que el resto de pinturas.


Detalle de las bóvedas con las catas realizadas en los muros laterales


La restauración de las pinturas se ha dividido en cuatro fases, realizadas en los períodos estivales entre los años 2012 y 2016. En una primera actuación se rescataron las pinturas del crucero, quedando para una segunda y tercera fase el coro y la restauración del Presbiterio. Lo último que se ha recuperado han sido los tres tramos de la bóveda central donde han aparecido una serie de óvalos con personajes bíblicos, varios escudos (el de Felipe V y el de los antoninos) y todo un repertorio de querubines y frutos carnosos de vibrante colorido.


Crucero de San Antonio Abad


En el año 2009 se tuvo que realizar una intervención de urgencia en las cubiertas del templo por el efecto de las filtraciones y las humedades. Esta obra permitió descubrir que el estado de las bóvedas era bastante precario, por lo que hubo que desarrollar todo un proceso de limpieza, sellado de grietas y eliminación de la basura que estaba ejerciendo un peso excesivo sobre las bóvedas. Una vez resueltos los problemas estructurales de la iglesia se pudo explorar, por medio de catas, el estado de las pinturas que habían decorado el templo, de las que se tenía constancia gracias a varios textos. La recuperación de las pinturas ha consistido en una limpieza con bisturí, la consolidación de los morteros y la capa pictórica, la eliminación de estucos inapropiados y añadidos que suponían un daño para la integridad de la obra así como la preparación de nuevos estucos en los que poder trabajar en la reintegración del ciclo pictórico.

Bóveda del Presbiterio


En la reintegración de las pinturas se ha seguido la máxima de dar una visión global general, eliminando repintes y reconstruyendo sólo aquellos elementos cuya repetición permitía copiar el modelo. De este modo, guirnaldas de frutas, conchas, elementos arquitectónicos y escudos han sido reconstruidos, mientras que en las zonas donde había figuras se ha optado por dejar un color neutro que no obstaculice la visión del conjunto pero sin recomponer elementos perdidos. Siguiendo las normas actuales de restauración del patrimonio, las reintegraciones se han hecho con acuarela y pigmentos naturales que permitan su eliminación en caso de querer dejar las pinturas en su estado actual, sin añadidos.

Bóveda del Bajo Coro


Tras la recuperación de las pinturas de las bóvedas, San Antonio Abad recupera, doscientos años después, un colorido que apenas estuvo a la vista durante un siglo. Las catas practicadas en los muros del templo permiten vislumbrar que todavía hay más tesoros por descubrir y sería interesante que la Hermandad abordara esos trabajos en un futuro. El templo de la calle Alfonso XII suma un punto más en la ruta que ya se puede hacer por diferentes iglesias de la ciudad que en los últimos años han recuperado su colorido original tras la resutaración de sus paramentos. Sin duda hay que agradecer tanto a la Hermandad como a la Real Maestranza de Caballería, que ha sufragado en parte los trabajos, esta nueva apuesta por la recuperación del patrimonio.

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