Palau Cervelló, sede de la Fundació Gaspar de Barcelona. Imagen de Masdearte |
El pasado viernes se inauguraba en Barcelona un nuevo espacio dedicado al arte contemporáneo, la Fundación Gaspar, que ocupa un palacete del siglo XV de la calle Montcada, a escasos metros del Museo Picasso, el MEAM o el Museo de las Culturas del Mundo. De los 1.500 metros cuadrados con que cuenta el Palau Cervelló, 650 se dedicarán a exposiciones temporales añadiendo un nuevo foco artístico a la ciudad condal. La apertura de esta iniciativa privada se suma al desembarco de la Fundación Mapfre, que ocupa desde el pasado mes de octubre la Casa Garriga i Nogués, y que servirá como sede satélite de las exposiciones y actividades culturales de la compañía aseguradora, hasta ahora sólo presente con sede propia en Madrid. Son los dos últimos eslabones de una cadena que no deja de crecer en los últimos años, ya sea por iniciativa pública o privada, dotando a la capital catalana de un variado tejido expositivo y cultural.
La Cultura atrae a la Cultura
¿Qué hace que una ciudad sea más atractiva que otra a la hora de abrir un espacio cultural? ¿La Cultura atrae a la cultura? ¿O es el talonario el que decide dónde establecer la sede de una entidad cultural? ¿Por qué la nueva sede de Mapfre está en Barcelona y no en Sevilla, Valencia o Bilbao? Del mismo modo que un cluster empresarial atrae a nuevas empresas relacionadas con el mismo sector, en el tejido cultural ocurre algo similar. ¿Sevilla es ahora una capital que destaque por sus equipamientos culturales? Tenemos serios y graves problemas en nuestros principales museos (ampliación del Bellas Artes, reforma del Arqueológico y del Costumbres Populares), otros espacios culturales no terminan de despegar en cuanto a visitantes y la difusión y gestión de los equipamientos museísticos secundarios deja mucho que desear (Museo de la Cerámica, Centro del Mudéjar, Antiquarium o Castillo de San Jorge). Si nos vamos al sector privado, la situación no es mucho mejor y si pensamos en los quince años que lleva hablándose del Museo Bellver o en qué ha quedado la Colección Carranza, las esperanzas no son nada halagüeñas tampoco para aquél que decide establecerse en nuestra ciudad.
Sala de Diana en el Museo Arqueológico de Sevilla |
¿Qué ocurre entonces? ¿Podemos aspirar a ser sede de instituciones, fundaciones o centros culturales de carácter nacional o internacional? En un momento de crisis e incertidumbre las empresas apuestan por los valores seguros y Sevilla, a día de hoy, no muestra una imagen de gran capital cultural. Hay tejido, pero no una imagen de marca. Como se ha apuntado en muchas ocasiones en el Blog, Sevilla tiene todos los ingredientes necesarios para convertirse en una gran capital cultural, pero fallan diferentes aspectos que deberíamos solucionar si queremos engrasar la maquinaria. Esto nos lleva a otra de las grandes cuestiones que siempre está en el aire cuando surgen estos temas en las conversaciones culturetas, ¿debe Sevilla aspirar a tener esos equipamientos? Si su personalidad es la que es, ¿por qué cambiarla? En realidad no se trata de cambiar nada, simplemente de ganar en eficiencia, gestión e imagen de marca. Sevilla es ya un destino turístico relevante a nivel internacional, ¿por qué siempre le vendemos lo mismo a nuestros visitantes? ¿Por qué no añadir a la amplia oferta el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo o el Museo Arqueológico? Apostar por nuestros valores no implicaría una metamorfosis de la ciudad, quizás sí en su gestión, no estamos hablando de inventar nada, simplemente de gestionar bien lo que tenemos.
Pd.: Con esta entrada se cumplen 3.000 publicaciones en Cultura de Sevilla. Ha sido casualidad que coincida con este post, pero me alegro de que 3.000 entradas después, la Cultura siga siendo el espíritu que mueve este blog.
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