viernes, 23 de enero de 2015

La nueva calle San Luis


En las ciudades históricas con un bagaje patrimonial importante y con monumentos de interés, es fundamental que el urbanismo y el diseño se utilicen para dar mayor realce a los hitos patrimoniales al mismo tiempo que se busca la comodidad y la calidad de vida del ciudadano. Recientemente han culminado las obras de reurbanización de la calle San Luis y pese a haber logrado su objetivo, la mejora de una calle que estaba en muy malas condiciones, se echa en falta una mayor ambición a la hora de reurbanizar calles y plazas, sobre todo si estamos hablando de un lugar tan cargado de historia.



La actuación se ha realizado entre la Plaza del Pumarejo y la plaza de San Marcos y se ha circunscrito a renovar canalizaciones y colocar en la superficie adoquines, más anchos para el tráfico y de forma cuadrada para las aceras, que han quedado al mismo nivel del paso de los vehículos. Para delimitar la zona peatonal se han instalado bolardos, lo que, en la práctica, reduce el espacio destinado a los peatones. 


Lo más incomprensible de todo es que la actuación se ha limitado al espacio ocupado por el tráfico rodado, dejando de lado las plazas de Santa Marina y San Marcos. Se ha perdido una oportunidad única para arreglar estos dos vacíos urbanos que están pidiendo a gritos una reurbanización. Las obras de San Luis se podrían haber aprovechado para rediseñar dos espacios que ahora mismo carecen de atractivo alguno y que no están a la altura de los dos templos mudéjares. El contraste es tan catastrófico que antes o después habrá que actuar en estas dos plazas, lo que conlleva un aumento de los costes y una doble molestia para los vecinos.


El resto de la calle transcurre con normalidad hasta que llegamos a la iglesia de San Luis, joya barroca de Leonardo de Figueroa cuyas obras de restauración se espera que acaben este año y pueda ser abierta por fin al público. Incomprensiblemente el Ayuntamiento ha colocado justo delante la única banda de aparcamientos de toda la calle con sus correspondientes señales verticales, pintura en el suelo... la mejor forma de poner en valor el templo barroco. Un 10 en sensibilidad patrimonial. Si las plazas de aparcamiento eran necesarias (posiblemente habrá vecinos que las necesiten) se podrían haber habilitado en la calle Inocentes, junto al centro deportivo que hay a escasos metros, de esta forma se le habría dado mayor realce a San Luis invitando al paseante a detenerse a contemplar su magnífica fachada.




Seguimos el paseo y llegamos a Santa Marina donde de nuevo nos encontramos el parche de alquitrán y una plaza sin reurbanizar. Es tan sencillo hacer las cosas bien que cuesta entender por qué se hacen mal. Un pavimento digno, un par de árboles, quizás algún banco y un panel que cuente la historia de la iglesia, no hacía falta más y el resultado hubiera sido una placita con encanto.



La calle San Luis es muy estrecha en gran parte de su recorrido pero existen algunos puntos donde se podrían haber incluido árboles para darle un mayor verdor. Tanto en la plaza de San Marcos como en la de Santa Marina se podrían incluir árboles que den oxígeno y vida a la zona, pero también en este pequeño ensanche a la altura de Rompemoldes, justo donde se ha puesto el aparcamiento para bicicletas y motos, a cada lado cabe perfectamente un naranjo que humanice el espacio.


Son sólo pinceladas, detalles, de un urbanismo pensado para mejorar la estética de la ciudad y la calidad de vida de los vecinos. Si en una vía tan céntrica como San Luis se opta por salir del paso en lugar de hacer un proyecto integrado, ¿cómo vamos a esperar que en los barrios se haga un urbanismo decente?

2 comentarios:

Alberto Molina dijo...

Magnífica tu entrada. No en vano hablar de San Luis es referirnos al antiguo Cardo Maximus romano y principal calle de la ciudad islámica.

Sergio Harillo dijo...

Muchas gracias, Alberto.

Efectivamente, la calle San Luis ha sido siempre una de las vías principales de la ciudad. En época romana conducía a una de las puertas de la muralla y por ella accedían los reyes cristianos cuando llegaban a Sevilla después de hacer noche en San Jerónimo.

¡Saludos!