Las plazas del Duque de la Victoria y de la Magdalena son hoy en día conocidas por la cantidad de centros comerciales de El Corte Inglés que albergan, pero también por ser los dos ejemplos más representativos del daño que el desarrollismo le hizo a esta ciudad. Necesitaríamos más de dos manos para enumerar la cantidad de edificios de incalculable valor que fueron brutalmente destruidos en los años 50, 60 y 70 del pasado siglo. Palacios y hoteles se demolieron en favor de una modernidad que habrá traído mucho comercio al centro histórico, pero que acabó con el Hotel Madrid, el Hotel Venecia, el Palacio de los Sánchez Dalp, el de los Cavaleri, el de los marqueses de Palomares, el de los marqueses de Aracena, el de la familia Robledo o el Café París, entre otros muchos edificios.
El único vestigio que queda en pie de estas señoriales plazas es precisamente uno de los más contemporáneos, la Casa que José Gómez Millán construyó para la familia Gómez y Pérez de León. El edificio hace esquina entre la Plaza del Duque y La Campana, y pasa bastante desapercibido a pesar de ser el último superviviente de una Sevilla que desapareció hace décadas.
Para conocer la historia de este edificio debemos remontarnos a 1911 cuando el Ayuntamiento convoca el conocido concurso de Casas Sevillanas. El objetivo del mismo no era otro que establecer un estilo sevillano recurriendo a los estilos del pasado. Los mejores arquitectos de la ciudad junto con sus mecenas se presentaron a un concurso en el que el Modernismo estaba prohibido y que supuso el principio del fin de este estilo en la ciudad. Si bien el concurso desterró para siempre el Modernismo en Sevilla, fue el detonante para el triunfo del Regionalismo en una ciudad que se preparaba para la Exposición Iberoamericana y que quería mostrar su mejor cara para propios y extraños.
En este edificio en cuestión podemos encontrar elementos que serán muy comunes en el Regionalismo, sobre todo en la vertiente neorrenacentista de Aníbal González: torreones, arcos de medio punto, ménsulas y volutas, frontones triangulares y un elemento muy característico en la ciudad, los cierres metálicos en los balcones. Del interior poco se conserva salvo en la entrada principal que da a la Campana, donde encontramos un bella reja, un sencillo artesonado de madera y varias columnillas de mármol. Sin embargo, la gran sorpresa la depara una cafetería a la que se accede por la calle Tarifa y que ocupa la parte trasera del edificio. Al entrar nos sorprende un espectacular artesonado profusamente decorado con vigas, ménsulas y diferentes yeserías junto con varios arcos de ladrillo que comunicarían, en su momento, con el interior del edificio y que hoy están cegados. El colorido de estos elementos es bastante extraño, pudiéndose tratar de una intervención contemporánea, si bien otros edificios regionalistas de la ciudad tienen elementos similares y del mismo color. Este tipo de decoración se encontraba (quizás ya no exista) en otro edificio de la misma época, del mismo autor y que también participó en el concurso, la Casa para Ildefonso Marañón de la calle Marqués de Paradas (junto al ambulatorio).
Cafetería 'El Picadero' en calle Tarifa |
Viendo este tipo de decoración queda patente que el Regionalismo, a pesar de lo mucho que se ha insistido, no fue un estilo fachadista, sino que tuvo muy en cuenta la decoración interior de los edificios. Ejemplos los podemos ver en el teatro de Plaza de España, en el Hotel Alfonso XIII o la Casa Lissen. No es que no se hicieran interiores regionalistas, es que han sido arrasados con la connivencia de administraciones y ciudadanos hasta el extremo de haber prácticamente aniquilado la mayoría de los edificios. Esta destrucción sistemática del patrimonio sigue haciéndose a día de hoy como hemos podido comprobar recientemente y en nuestras manos está el empezar a valorar un estilo que es una de las principales cartas de presentación de la ciudad.
3 comentarios:
Gracias, Sergio. Ayer me di una vuelta por el centro hice algunas fotos. No sabía que este edificio fuera de Gómez Millán. Saludos.
Concretamente del hermano mayor, José. Hay otros dos hermanos que también se dedicaron a la arquitectura: Antonio y Aurelio, que fueron los artífices del Coliseo España, entre otros muchos edificios.
¡Un saludo!
Que pena que este se perdiera !!!
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