Baldaquino de San Pedro del Vaticano. Imagen de 'Tuitearte' |
Al oír la palabra 'baldaquino', a muchos les vendrá a la cabeza la portentosa estructura que Gian Lorenzo Bernini diseñara para la Basílica de San Pedro del Vaticano, en Roma. El colosal templete no sólo centra todas las miradas desde cualquier punto de la basílica, sino que marca el epicentro de todo el orbe cristiano: la tumba de San Pedro. A pesar de ser el más conocido y fotografiado, la obra de Bernini es una reinterpretación de un modelo que se remonta a los primeros siglos de la Cristiandad ya que se estima que hacia el siglo IV de nuestra Era ya se utilizaban una serie de estructuras más o menos efímeras que se ubicaban en el centro de las iglesias, indicando el lugar más sagrado de las mismas y donde el oficiante celebraba la Eucaristía. De época medieval se conservan algunos ejemplos de baldaquinos en España y seguramente en las iglesias mudéjares sevillanas debió haber alguno, sin embargo la rápida asimilación del retablo como referente visual dentro de las iglesias, desterró al baldaquino a un segundo lugar, ya fuera formando parte de retablos o como monumento efímero (el caso del Monumento que se instalaba en Semana Santa en el crucero de la Catedral).
Retablo mayor de la iglesia de San Jorge, Hospital de la Caridad |
La evidencia del uso de baldaquinos en las iglesias sevillanas podríamos hallarla en el retablo mayor de la iglesia de San Jorge, en el Hospital de la Caridad. Bernardo Simón de Pineda, Pedro Roldán y Valdés Leal fueron los artífices de este soberbio retablo, uno de los mejores de cuantos se conservan en Sevilla. El tema principal del mismo es el entierro de Cristo, haciendo referencia a la séptima obra de caridad que debía realizar todo buen cristiano y que cerraba el repertorio iconográfico planteado por Miguel Mañara. El resto de obras de caridad las pintó Murillo en sus famosos cuadros, pero el entierro de los pobres, por ser la labor principal de la Hermandad de la Caridad, tiene un lugar privilegiado dentro de la iglesia. Si nos fijamos en el conjunto escultórico donde se narra el acontecimiento bíblico veremos que toda la escena ocurre precisamente dentro de un baldaquino, sólo que en lugar de ser exento y estar en el centro de la iglesia, se ha incluido de manera magistral en el propio retablo, fechado en los años setenta del siglo XVII.
Curioso es el caso de la iglesia del Divino Salvador. A mediados del siglo XVII se decidió demoler la antigua mezquita de Ibn Adabbas que había sido reconvertida en templo cristiano para construir un nuevo y fastuoso templo barroco. De las obras se encargó Esteban García, comenzando en 1674 y contando con la participación de artistas de la talla de Pedro Roldán o Bernardo Simón de Pineda. La tragedia hizo que el templo se viniera abajo en el otoño de 1679, quedando en pie únicamente la fachada. Con las arcas vacías, los canónigos no tuvieron más remedio que dilatar en el tiempo la reconstrucción del edificio, que pasó por varias manos hasta que a finales del siglo XVII Leonardo de Figueroa plantease el edificio actual. Las nuevas y decoradas naves se adosaron a la fachada anterior, de ahí el contraste entre un interior tan barroco y una fachada tan clásica. Al parecer el primitivo proyecto incluía un baldaquino a modo de altar mayor en lugar de un retablo, y quizás sea ese el motivo por el que el retablo mayor del Salvador, culmen del Barroco sevillano y obra de Cayetano de Acosta no se construyera hasta 1770 cuando la iglesia se había terminado en 1712.
Retablo mayor de la iglesia del Divino Salvador |
Baldaquino de la iglesia de Santa Cruz |
De 1792 es el pequeño baldaquino que preside el presbiterio de la iglesia de Santa Cruz y que sustituye al retablo barroco perdido en un incendio. Es obra de Blas Molner y aloja entre sus columnas corintias a la Virgen de la Paz, escultura datada hacia 1579 y que procede de la Parroquia de la Magdalena, único resto que queda en pie del convento de San Pablo. Por su morfología y tamaño podríamos hablar más de templete que de baldaquino, pero por el hecho de estar ubicado en el altar mayor y ejercer como retablo principal, hemos querido incluirlo en este listado de baldaquinos sevillanos.
Baldaquino de la iglesia de San Pedro de Alcántara |
Habrá que esperar al siglo XIX para encontrar el primer gran baldaquino de los que se conservan en Sevilla. Está ubicado en la iglesia de San Pedro de Alcántara, único resto junto con la contigua capilla de la Orden Tercera del gran convento que existió entre las calles Cervantes y Amor de Dios. De este templo construido en la segunda mitad del siglo XVII ya hablamos en el Blog, por lo que centraremos nuestra atención en el doble baldaquino que actúa como retablo mayor de la iglesia. Se trata de un sencillo templete neoclásico con alguna licencia barroca que está rematado por la figura de la Fe. En el interior del baldaquino vemos un segundo edículo donde se muestra un pequeño crucificado. Como fondo de toda la escena, un sencillo cielo azul que sirve para realzar la arquitectura y el interesante juego de columnas. Viendo este baldaquino y comparándolo con los descomunales retablos renacentistas y barrocos que se construían en Sevilla puede llegar a entenderse el por qué este tipo de arquitectura no triunfó en la Sevilla de los siglos XVII y XVIII.
Más modernos son los dos baldaquinos de las iglesias de Omnium Sanctorum y San Gil. Ambos son fruto de trágicas circunstancias ya que fueron construidos para dotar a estos templos de un altar mayor tras los terribles y absurdos incendios acometidos durante la Guerra Civil y que tanto daño hicieron a estos y otros muchos edificios de la ciudad. El baldaquino de Omnium Sanctorum tiene un claro referente, el de Bernini en San Pedro del Vaticano, con sus columnas salomónicas como soporte del dosel y cúpula que cubren a la Virgen de Todos los Santos, pieza renacentista de hacia 1554 realizada por Roque Balduque y remodelada en el siglo XVIII. El conjunto fue realizado en madera por José Paz Campo entre 1937 y 1940. El contraste establecido entre la cabecera mudéjar con sus ventanales góticos por donde entra la luz es muy interesante y nos da una idea del efecto que podrían haber tenido este tipo de arquitecturas exentas en los templos medievales sevillanos. Es lógico pensar que ésta sería la opción más utilizada para dotar de altares mayores a los templos mudéjares ya que deja libre la visión de la cabecera al mismo tiempo que actúa como transparente con las vidrieras detrás.
Baldaquino y cabecera de Omnium Sanctorum |
El último ejemplo que vamos a ver es el de la iglesia de San Gil, mucho más clasicista en su composición y que cobija diferentes imágenes en función de la época del año, siendo la principal el San Gil tallado por Castillo Lastrucci. Ocho columnas corintias de fuste estriado soportan una potente cornisa que sirve, a su vez, de sostén de una cúpula rematada con una cruz. De nuevo la arquitectura mudéjar queda libre dándole a la cabecera un aspecto de girola transitable al estilo de los grandes templos de peregrinación.
Con este breve repaso a los baldaquinos sevillanos se pone en valor una estructura ligada íntimamente a la liturgia cristiana y que por diferentes avatares no tuvo la suficiente repercusión en Sevilla, donde el retablo mayor en sus múltiples composiciones triunfó desde mediados del siglo XVI.
Documentación: 'Iglesias de Sevilla' de Manuel Jesús Roldán
5 comentarios:
¿El de la igñlesia de San Ildefonso no se encuentra dentro de este tipo?
No conseguí pillar esa iglesia en concreto abierta y realmente no recuerdo muy bien el tamaño del baldaquino. De todos modos, el post está abierto a ampliaciones :)
Gracias por el apunte!
Un saludo!
La parroquia de San Antonio Mª Claret en Heliópolis también cuenta con un baldaquino de mármol rosa en su altar, donde alberga el Corazón de María.
He encontrado solo esta foto "decente" en internet: http://www.google.es/imgres?imgurl=http%3A%2F%2Fwww.rafaes.com%2Fglorias-2007%2F234962945-RAFAES-2349269245929624527338700012.jpg&imgrefurl=http%3A%2F%2Fwww.rafaes.com%2Fglorias-inmaculado-corazon-maria.htm&h=484&w=350&tbnid=Vw19AMuy37c_CM%3A&zoom=1&docid=J02QETEKGQeeUM&ei=Z4JqVPLJB9PhaOasgNgM&tbm=isch&ved=0CCoQMygJMAk&iact=rc&uact=3&dur=908&page=1&start=0&ndsp=19
Enhorabuena por el articulo Sergio. Solo una puntualización, la Virgen de la Paz de la Parroquia de Santa Cruz presidía en efecto el altar mayor del Convento de San Pablo, que no es otro que la actual Parroquia de la Magdalena. La que fue derruida fue la primitiva parroquia, que se encontraba donde hoy está la Plaza de la Magdalena. Tras su demolición, la parroquia se trasladó al edificio del convento dominico de San Pablo.
El camarín donde a día de hoy se presenta a la Santa, tiene características iconográficas que indican que estaba hecho para acoger una imagen mariana, como la paloma-Espíritu Santo que remata la bóveda del mismo.
Saludos.
Muchas gracias por la imagen, Rubén, lo apunto para ampliar la entrada junto con la iglesia de San Ildefonso.
Efectivamente, Pedro, la que fue derruida fue la antigua iglesia de la Magdalena, pero también el propio convento de San Pablo, del que sólo queda la iglesia, actual parroquia de la Magdalena. Modifico el texto para no inducir a errores.
¡Saludos!
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