lunes, 20 de octubre de 2014

Sevilla, año 2034

Interior del Teatro Álvarez Quintero antes de su cierre

Todo comenzó el 31 de octubre de 2014. Aquél fatídico día cerró sus puertas para siempre el Teatro Álvarez Quintero, construido en los años cincuenta del siglo XX y durante sus últimos veinte años de vida sede de la Fundación Cajasol que lo rebautizó como Sala Joaquín Turina. Por su escenario pasaron la Orquesta Barroca de Sevilla, la Bética de Cámara, ciclos de cine, espectáculos flamencos, musicales, conciertos y todo tipo de actividades culturales. Todo ello acabó ese día. El cierre del teatro y su paso a manos municipales conllevó el abandono del edificio durante varios años. Muchas fueron las voces que pidieron, que rogaron, al Ayuntamiento que le devolviera su uso cultural, pero las súplicas fueron en balde y finalmente fue vendido a una promotora que derribó su interior para instalar una conocida empresa de ropa que durante años había intentado establecerse en el centro histórico de la ciudad. Desde el Ayuntamiento se felicitaron por la operación comercial, por los empleos creados y por el canon que anualmente la empresa pagaba a las arcas municipales. La ciudadanía al principio acogió de mala gana este nuevo destrozo patrimonial pero no tardó en habituarse a la nueva situación y aprovechó los suculentos descuentos ofrecidos en los brillantes escaparates.


Cine Trajano antes de ser convertido en viviendas

El goloso negocio alentó nuevas estrategias comerciales que posaron sus ojos en teatros y espacios escénicos del centro histórico de la ciudad. Los siguientes en caer fueron el Cine Trajano (el famoso Salón de variedades Lido diseñado por Aníbal González en los años veinte del pasado siglo) que desapareció de la noche a la mañana para acoger viviendas; y el antiguo Palacio Central, que a pesar de haber sido remodelado para albergar una tienda de ropa que respetó en parte su fisonomía, terminó siendo derribado para construir un aparcamiento subterráneo que diera servicio a la zona comercial del centro de la ciudad. Desde el Ayuntamiento se frotaban las manos por las licencias de obra y la ciudadanía empezaba a recordar la pérdida patrimonial de los años 50, 60 y 70.

Antigua fachada del Teatro Imperial antes de su derribo para la construcción de un hotel de lujo

Tampoco aguantaron el Teatro Imperial (hoy un conocido hotel de gran lujo en plena calle Sierpes), el Cine Pathé, que subsistió como espacio escénico hasta que la especulación se lo llevó por delante y el Llorens, cuyo interior fue pasto de las llamas sin que a día de hoy se sepa si fue un accidente o una maniobra para declarar en ruinas el edificio. La piqueta fue avanzando por la Sevilla escénica a pasos agigantados sin que nada ni nadie pareciera poder poner freno a tanto destrozo. Muchas fueron las denuncias, la Fiscalía actuó de oficio, pero como suele ocurrir con la Justicia, para cuando llegaron las resoluciones todo se había perdido. Se pusieron multas que nunca se pagaron y desde la Administración autonómica se blindó la última joya que quedaba, el Teatro Cervantes, el decano de todos los espacios teatrales de la ciudad, cuando las máquinas prácticamente avanzaban por la calle Amor de Dios. Sus propietarios, sintiéndose engañados por un Ayuntamiento que les había prometido más metros cuadrados, dejaron agonizar al edificio, que durante años aguantó hasta que su cubierta se vino abajo una noche de terribles tormentas. Varios fueron los intentos por restaurarlo y recuperarlo, pero el importe de la obra era tan alto que todos desistieron.

El Teatro Cervantes a principios de siglo, antes de su ruina

Poco a poco Sevilla se fue olvidando de sus teatros y las compañías y orquestas emigraron a otras ciudades. Los festivales dejaron de realizarse porque la ciudad se volvió ingrata a la Cultura. Se escribieron libros y se publicaron imágenes con el Patrimonio perdido, muchos se llevaron las manos a la cabeza, pero todo se justificaba con los empleos creados, el aumento de las licencias de obra y la llegada de vehículos privados a un centro repleto de franquicias comerciales. 

Fueron unos años terribles, se perdió mucho y la ciudadanía no fue consciente de lo que estaba sucediendo hasta que fue demasiado tarde. Con esta conferencia se inauguran unas jornadas que pretenden poner en valor todo lo que se perdió para que aprendamos de nuestros errores y sepamos actuar en el presente y en el futuro. ¿Y qué mejor lugar que éste para acoger estas jornadas? Hoy inauguramos el recuperado Teatro Cervantes, cuya misión será devolver la Cultura al centro de la ciudad y servirá como testigo vivo de todos esos espacios que perdimos. Bienvenidos y disfrutad de este magnífico edificio que es patrimonio de todos los sevillanos.

Sevilla, noviembre de 2034

2 comentarios:

Gretka dijo...

Aun sabiendo que la cosa, de momento, no es así, me ha dejado bastante impactada. Si querías concienciar, vas por buen camino ;)

Sergio Harillo dijo...

Esa era la intención, llamar la atención con dos realidades totalmente ficticias y completamente opuestas. Por un lado esta más negativa y por otro el diálogo que lo he enfocado desde una perspectiva más positiva.

Un saludo!