La palabra friso lleva aparejada, al parecer, la discordia y la polémica. Todos conocemos la triste historia de los frisos del Partenón, bombardeados, abandonados, expoliados y ahora reclamados por el Estado griego al British Museum.
La polémica también rodeó al proyecto del pintor vienés Gustav Klimt que ideó para la exposición de la Secesión vienesa en su flamante edificio art nouveau un friso que giraba en torno a la figura de Beethoven. Klimt lo pintó en 1902 para la XIV exposición de la Secesión, pero desde el principio el público no entendió el mensaje y sobre todo las formas con que el pintor homenajeó al compositor. El friso es una composición que refleja la salvación de la Humanidad a través del arte y está dividido en varios bloques que enfrentan al espectador con los miedos y sufrimientos que le acechan a diario para culminar en un coro celestial que simboliza la felicidad, la alegría y el amor puro, representado en ese profundo beso que centra la escena.
Tras la exposición, el friso fue desmontado y pasó por varias manos hasta recalar en 1961 en la Österreichische Galerie Belvedere de Viena. En 1972 fue comprado por el Estado austriaco y sometido a una laboriosa restauración que culminó en su definitiva exposición en el lugar para el que fue concebido en 1985 donde a día de hoy permanece.
En Sevilla también tenemos un friso de la discordia. Se trata de las pinturas que Gustavo Bacarisas ejecutó para el Pabellón de Argentina de la Exposición Iberoamericana de 1929. Sin duda una de las joyas escondidas y más desconocidas de la ciudad, este bello ejemplo de la pintura regionalista de principios del siglo XX vive su particular calvario desde que fue creado. Durante el franquismo, el edificio fue convertido en el Instituto Murillo y lo que había sido diseñado como gran sala de exposiciones del Pabellón pasó a ser la capilla del mismo. Las pinturas que representan trajes y productos típicos del país, sufren la desidia y el abandono por parte de su propietario, la Junta de Andalucía, que ha permitido que el edificio llegue hasta nosotros en unas condiciones lamentables.
Gracias a estas fotografías cedidas por el Blog Mektres hemos podido conocer no sólo la morfología del friso y su calidad, sino el delicado estado de conservación que presenta por culpa de las filtraciones y la humedad. El que durante años ha sido el Conservatorio Superior de Danza estuvo a punto de pasar a manos del Ayuntamiento que planeó ubicar aquí un centro de atención del visitante vinculado al muelle de Las Delicias una vez trasladado el conservatorio a un nuevo edificio en Nervión. Pero la crisis y la falta de recursos públicos obligó a la Junta de Andalucía a mantener el conservatorio donde está y llevar a cabo una serie de actuaciones que mejoraran la situación límite que padecía el edificio.
Las pinturas y azulejos que Bacarisas diseñó para el Pabellón de Argentina son uno de los pocos interiores regionalistas que conservamos en la ciudad. En una ciudad adicta al fachadismo, son muchos los edificios monumentales que han perdido todo su interior para conservar únicamente la cáscara de carácter historicista que convierte a Sevilla en un hermoso decorado carente de interiores. Por ello debemos mimar y cuidar con mayor celo los escasos ejemplos que han llegado hasta nosotros y el Pabellón de Argentina es uno de ellos.
Más información sobre el friso de Beethoven en la web de la Fundación Juan March
Gracias al Blog Mektres por su colaboración cediendo las fotografías del Pabellón de Argentina
No hay comentarios:
Publicar un comentario