domingo, 10 de febrero de 2013

Magnífico WeiWei en el CAAC


He de reconocer que ayer, cuando entraba en el CAAC estaba bastante nervioso. Es tanto lo que he leído y oído sobre Ai Wei Wei que, la expectación era máxima. Cuando se ensalza tanto a un artista contemporáneo (o no) pueden ocurrir dos cosas, que salgas de la exposición diciendo que tampoco es para tanto o que te conviertas en un defensor más de su obra.


Con Wei Wei me ha pasado exactamente lo mismo que me pasó con Anish Kapoor en el Guggenheim de Bilbao en 2010, una completa y total rendición ante unas piezas muy bien escogidas y magistralmente mostradas. El antiguo monasterio cartujo, posterior fábrica de loza, no siempre casa bien con determinadas instalaciones precisamente por su impactante arquitectura, pero la relación entre WeiWei y el CAAC ha sido todo un éxito. La lámpara chandelier desplomada en la nave de la iglesia, las vasijas cerámicas en el antiguo refectorio o las pequeñas piezas de la antigua sacristía dialogan a la perfección con el espacio y te hacen saborearlas con mayor dedicación. Quizás las pipas de girasol en la antigua capilla de la iglesia sea lo que más pasa desapercibido, una instalación que fue pensada y realizada para ser pisada y vandalizada por el visitante, se queda corta cuando te la muestran a metro y medio de distancia tras un metacrilato; lo que fue creado para interactuar con el público se convierte ahora en pieza exclusiva de coleccionista. Quizás se podría haber elegido otro espacio para las pipas, aunque no se pudieran pisar, pero museográficamente podrían haber dado mucho más de sí.


Que el CAAC sea el primer museo español que le dedica una muestra a WeiWei es motivo para estar orgullosos. Me esperaba menos gente ayer por la Cartuja, pero a pesar de visitarla a primera hora de la tarde, había bastante gente, la mayoría extranjeros, todo hay que decirlo, pero también sevillanos. Que el reclamo era WeiWei es indudable ya que el resto de exposiciones (Nacho Criado, Agnés Varda u Ondas en Expansión) apenas tenían algún visitante recorriendo sus salas.


Desde aquí no puedo más que recomendaros la visita, que os dejéis atrapar por la exquisitez de las piezas y, sobre todo, reflexionar sobre el significado de cada una de ellas. No son piezas creadas al uso, cada una tiene un por qué y una historia tremendamente reivindicativos y de denuncia de una sociedad opresora, superficial y mercantilista (y no, no me refiero sólo a la China comunista, en el paquete entramos todos).

Hasta el 23 de junio en el CAAC. Más información aquí

2 comentarios:

fudet dijo...

Disfruté mucho la exposición, pero lo cierto es que se me hizo muy corta. Una lástima.
En cuanto al número de visitantes, hacía mucho tiempo (creo que desde la BIACS 01) que no veía "tanta" gente en el museo. Parece que la publicidad y la covertura que se le ha dado al evento está dando sus frutos

Sergio Harillo dijo...

Es corta, pero así se disfruta más :)

La verdad es que yo tampoco he visto una gran promoción de la exposición.... es más, no he visto ninguna. Una pena.

Saludos!!