El estallido de la burbuja inmobiliaria no sólo ha puesto en serios apuros a la economía española, sino que también ha tenido un devastador efecto sobre el patrimonio histórico. Los daños provocados por la economía del ladrillo son numerosos (miles de viviendas sin vender, empresas de construcción en quiebra que no pueden pagar a sus trabajadores, centenares de empresas proveedoras que se quedan sin carga de trabajo, especulación, hipotecas sin pagar, desahucios, dramas familiares...), vimos la oportunidad de hacernos ricos sin apenas esfuerzo y nos lo jugamos todo a una sola carta. De aquellas lluvias vienen estos lodos. Pero el patrimonio también ha sido un gran perjudicado. Lo primero que busca un "nuevo rico" es un palacio o edificio representativo que le sirva de sede a su empresa para mostrar al mundo lo rico que es. El problema ha venido después, cuando el dinero ha dejado de fluir y los edificios patrimoniales se han cerrado a cal y canto a la espera de tiempos mejores, o directamente dejándolos que se caigan porque cuesta más mantenerlos que venderlos como solar.
En Sevilla tenemos varios casos, los más sonados son el palacio de los Ybarra que restauró Forum Filatélico, otro palacete que sirvió de sede a la inmobiliaria CONTSA o los dos que ilustran este post y que pertenecen a Luis Portillo, cuyo holding empresarial también se encuentra en preconcurso de acreedores. En el caso de la empresa Zent, los edificios que corren un serio peligro son el palacete de los Luca de Tena, obra de Aníbal González que se encuentra en la avenida de La Palmera y el Pabellón de Hungría de la Exposición Universal de 1992 que durante años acogió la sede del Pabellón de la Energía Viva.
Corren malos tiempos para todos, pero estos edificios seguramente no aguanten hasta que pase el ciclo de crisis y cuando queramos volver a ponerlos en valor quizás sea demasiado tarde. Sólo podemos esperar que este drama que estamos viviendo sirva para que nos planteemos las cosas de otro modo en el futuro, pero todo indica que estamos llamados a tropezar de nuevo con la misma piedra.
1 comentario:
Y el pabellón de Hungría es BIC y ahí está, sin exigirle al dueño que lo conserve. En fin...
Publicar un comentario