El Ayuntamiento de Sevilla ha celebrado hoy, con motivo del Día de Andalucía, jornada de puertas abiertas. Una magnífica oportunidad para conocer uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad sin necesidad de ir en grupo y pudiendo dedicar todo el tiempo que uno quiera a reparar en los mil y un detalles que atesora.
La fachada decimonónica que Demetrio de los Ríos y Balbino Marrón construyeron en Plaza Nueva sirve de monumental acceso a un edificio heredado del siglo XVI y que fue racionalizado y ordenado en la segunda mitad del siglo XIX. El primitivo Cabildo municipal, con acceso desde la Plaza de San Francisco, se hallaba adosado a los muros del convento de San Francisco; tras el derribo de éste y la creación de Plaza Nueva, se reorganizó todo el edificio para darle una mayor monumentalidad, sirviendo de cierre a la plaza por su lado este. La gran escalera imperial divide por la mitad el edificio, comunicando las dos plantas principales y sirviendo de conexión con las nuevas dependencias creadas en el siglo XIX.
A ambos lados de la escalera se construyeron dos grandes patios que iluminan el interior del edificio. Estos espacios siguen los cánones clásicos imperantes en el siglo XIX y en torno a ellos se han colgado las principales obras pictóricas que guarda el Ayuntamiento, una colección de gran calidad en la que destacan nombres como Zurbarán, Murillo, Valdés Leal, Juan de Espinal o Rico Cejudo, entre otros.
Recorriendo el edificio hacia la derecha según se entra, nos encontramos el corte que evidencia los dos edificios independientes unidos en el siglo XIX. La imagen que vemos a la izquierda muestra el arranque de diversos elementos arquitectónicos que entroncaban con el convento de San Francisco.
En la intervención realizada con motivo de la Exposición Universal de 1992, se vació el edificio de oficinas y delegaciones, destinándose principalmente para los despachos de los grupos políticos y las labores representativas del Gobierno de la ciudad. Para marcar la nueva intervención se empleó un diseño estético completamente diferente que ayudara a diferenciar el edificio del siglo XVI de la ampliación del XIX.
El cabildo municipal tenía su sede hasta principios del siglo XVI en el Corral de los Olmos, un edificio arrendado al Cabildo Catedral y que se encontraba donde hoy está la Plaza Virgen de los Reyes. Con motivo de la boda del emperador Carlos V con Isabel de Portugal en Sevilla, se emprendió la construcción de una nueva sede para la Casa Consistorial, eligiéndose la Plaza de San Francisco como ubicación definitiva. Las obras comenzaron en 1527 y se encomendaron a Diego de Riaño, maestro mayor de la Catedral, que volcó en el nuevo edificio los cánones renacentistas que llegaban desde Italia, siendo el actual Ayuntamiento un edificio de transición entre el gótico y el estilo Renacimiento donde se alcanzarían las más altas cotas de calidad de este nuevo estilo en España.
Empezamos el recorrido por el edificio renacentista en la Sala de Fieles Ejecutores, un espacio que si bien en su día era independiente del Ayuntamiento, hoy forma un mismo conjunto. En su momento se utilizaba como juzgado competente en materia de abastos.
La Sala Capitular Baja se cubrió con una bóveda dividida en 36 casetones donde aparecen representados miembros de la monarquía española desde Alfonso III de Asturias, que reinó en el siglo IX, hasta Carlos V. Precisamente gran parte del programa iconográfico de estas salas gira en torno a la figura del emperador, colocándose diferentes elementos relacionados con él como el Toisón de Oro, el Plus Ultra, el águila bicéfala o el NO&DO.
La escalera renacentista es de una factura exquisita. Tradicionalmente se atribuye a Hernán Ruiz II y se cubre con una magnífica cúpula que recae sobre conchas que sirven para acomodar el círculo de la cúpula en el cuadrado de la caja de la escalera.
De sus paredes cuelgan una Inmaculada de Lucas Valdés, una Piedad copia de un original de Van Dyck o la 'Entrega de las llaves de la ciudad a San Fernando', una tabla que estuvo en su día en la Puerta de San Fernando de la ciudad.
Esta escalera comunicaba ambas plantas del edificio renacentista y fue el único acceso a la planta superior hasta la construcción de la nueva escalera decimonónica.
En la planta superior nos encontramos diferentes salas ricamente decoradas con elementos y obras de arte que se han ido añadiendo a la colección municipal con el paso de los siglos. La Sala San Fernando, con el retrato del monarca en uno de sus muros, así como las efigies de Carlos V y su esposa la emperatriz Isabel.
La Sala Capitular Alta, utilizada en los meses de invierno y cubierta con un rico artesonado de madera dorada de finales del siglo XVI. En este espacio, que actualmente alberga la Sala de Gobierno del Ayuntamiento nos encontramos interesantes obras de arte entre las que destacan los dos lienzos de Valdés Leal que narran un episodio de la vida de Santa Clara. Ambos cuadros formaron en el pasado uno mismo y provienen del convento de Santa Clara de Carmona.
Dejamos atrás la zona renacentista para volver a la ampliación decimonónica. De nuevo es apreciable el corte entre ambos estilos en zonas como el patio.
En las galerías perimetrales de los patios nos encontramos diferentes cuadros de temática histórica junto con esculturas, jarrones y hermosas lámparas.
Es en esta zona donde se encuentran dos obras que siempre han sido mis favoritas entre las que cuelgan de las paredes del Ayuntamiento, ambas firmadas por Rico Cejudo y fechadas en torno a 1890, cuando el artista viajó a Roma pensionado por el Ayuntamiento para ampliar sus estudios. Los dos cuadros, de temática histórica romana, recuerdan a la pintura de Alma Tadema y son una muestra de la calidad que llegó a alcanzar Rico Cejudo durante su estancia en Roma. Lamentablemente, tras su vuelta a Sevilla, abandonó este estilo y se entregó a la temática costumbrista, imperante en la ciudad, siendo obras de inferior calidad artística.
Los dos cuadros son una maravilla, por la composición, por el tratamiento de los tejidos y los materiales, por la expresividad contenida de los personajes. Como digo, dignos del gran Alma Tadema y apenas una anécdota dentro de la producción de Rico Cejudo.
Llegamos de nuevo a la escalera imperial, decorada con el escudo de la ciudad y los títulos de la misma. Magníficos los candelabros que rematan la balaustrada.
La zona añadida en el siglo XIX por Balbino Marrón y decorada por Juan Talavera se compone de diferentes salas donde priman la monumentalidad y riqueza neoclásica en contraposición a la fría piedra renacentista del antiguo Cabildo.
El Salón Montpensier, antiguo comedor de gala del Ayuntamiento y que toma su nombre de la galería de retratos que decora sus paredes. Los cuadros fueron propiedad de la familia Montpensier y decoraron la escalera imperial del palacio de San Telmo hasta la muerte de la infanta María Luisa, cuando fueron donados a la ciudad y colocados en este espacio. Siempre he pensado que el techo mejoraría sustancialmente con una decoración pictórica, quizás se podría decorar con alguna pintura contemporánea que añadiese una página más a la rica historia del edificio.
El Salón Santo Tomás toma su nombre del artesonado que lo cubre, un elemento del siglo XVI que formó parte del Colegio de Santo Tomás, ubicado junto al Archivo de Indias y que fue derribado para construir la actual avenida de la Constitución. Tras el derribo, este techo se trasladó al Ayuntamiento.
Y por último, el espectacular Salón Colón, decorado con una galería de reyes y reinas españoles. El friso superior es obra de Juan Talavera. Actualmente se utiliza como salón de plenos y lugar de celebración de las bodas civiles.
Cerramos la visita regresando a la escalera principal del Ayuntamiento. Recorrer los salones de este edificio es empaparse de la historia de la ciudad y disfrutar de uno de sus más bellos recintos. Una visita que espero os animéis a realizar tras ver estas imágenes. Actualmente el Ayuntamiento se puede visitar los martes y miércoles por la tarde, si bien el alcalde prometió en su día una mayor apertura a la ciudad. Aún estamos esperando dicha iniciativa que daría un mayor realce, si cabe, al edificio.
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