Antonio Álvarez Gordillo, nuestro artista del mes, nos deleitó con una sesión de magia en su estudio-taller. El proceso de creación de un grabado es quizás de lo más sencillo que hay (sólo hay que darle vueltas a una manivela) pero el trabajo que lleva detrás lo convierte en algo único y a la vez tremendamente complejo. Actualmente, pocos autores realizan sus grabados en planchas metálicas; el coste del material y los productos tóxicos necesarios para su abrasión, han hecho evolucionar la técnica hacia materiales como el metacrilato, de gran resistencia y permeabilidad. Con una serie de punzones se actúa sobre la plancha de metacrilato (lo que será la matriz del grabado) hasta lograr plasmar en ella la idea a base de líneas (líneas, tiempo y mucho esfuerzo).
Tan importante como la matriz es la tinta que irá rellenando sus surcos del grabado, para prepararla hay que batirla y lograr una consistencia lo suficientemente líquida. Una vez conseguido el punto óptimo de la tinta, se extiende sobre la matriz, insistiendo para que cada surco realizado con el punzón quede cubierto e impregnado.
Para retirar el exceso de tinta (sólo es necesaria la que se queda en los surcos) se pasa un paño (tarlatana) que contribuye a que se extienda bien al tiempo que se elimina la tinta de los paramentos lisos. El proceso concluye con un paño más limpio que deja la matriz lista para pasar por el tórculo.
Y aquí la tenemos.
El siguiente paso es donde empieza la magia. La matriz se coloca sobre un papel previamente humedecido lo suficiente para que sea flexible y absorba la tinta.
El tórculo consiste en dos cilindros metálicos que giran gracias a una manivela. Matriz y papel, unidos, se colocan sobre un lecho de lana virgen que sirve para evitar fracturas. Manualmente se gira la manivela y conseguimos que el grabado pase de un lado a otro del tórculo.
Magia. Algo tan sencillo como girar una manivela nos devuelve una obra de arte. Retiramos el lecho de lana y la matriz ha radiografiado el dibujo en el papel, pero del revés, lo que estaba a la derecha, queda a la izquierda y al contrario.
Un mecanismo tan sencillo puede dar lugar a miles de copias. Siempre que la matriz siga sirviendo podemos sacar infinidad de copias. Por ello, en los años sesenta se celebró un congreso internacional en Viena en el que se debatieron temas relacionados con los grabados. Una de las primeras directrices que emanaron de la reunión fue la limitación del número de copias, sólo así se podía garantizar la calidad y autenticidad de la obra. No es cualquier tontería, a mayor número de copias, más se devalúa la obra. El autor debía fijar un número concreto de ejemplares de los cuales, un tanto por ciento se quedaba en el taller, escribiendo sobre ellos el estigma "off commerce", fuera de comercio. Los que se ponían a la venta debían estar firmados a lápiz a un lado mientras que en el otro se debía escribir en números árabes el ejemplar concreto dentro de la tirada (1/50 por ejemplo).
El resultado es una bella obra asequible para todos los bolsillos que no sólo puede decorar nuestro hogar sino ser el punto de partida de una colección artística.
Disfruta de otras obras de Antonio Álvarez Gordillo en su blog (enlace)
4 comentarios:
Me ha encantado esta ultima entrada, un beso!
Solo una pequeña correccion, no es verdad que el metacrilato sea mas resistente que el metal. Por lo demas es una introcuccion al mundo de la estampacion muy interesante y de gran valor divulgativo.
Antonio, lo que quería indicar es que el metacrilato sufre menos que la plancha metálica en el proceso de estampación. Al menos eso entendí, que el metal acaba "perdiendo" cualidades conforme se va pasando por el tórculo. De todos modos, elimino esa frase para que no se malinterprete.
Saludos!
Ya lo hablamos tu y yo tranquilamente, lo que no queria es que ningun purista del grabado nos saltará a la yugular; pero afortunadamente ya veo que entre tus lectores no hay ningun taliban de los torculos.
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