Los Jardines de las Delicias son uno de los rincones más bellos y más desconocidos de nuestra ciudad, a pesar de encontrarse a apenas unos metros del universalmente conocido Parque de María Luisa. Los Jardines de las Delicias nacen ya en el siglo XVIII, siendo uno de los primeros espacios verdes abiertos de la ciudad destinados al esparcimiento de la ciudadanía. En 1825, gracias al impulso del asistente Arjona, se inicia una remodelación que se alargará varios años y que les da su fisonomía actual, de carácter recogido y romántico.
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La decoración escultórica no llegará hasta 1864 cuando son instaladas en los Jardines magníficas piezas provenientes de la Plaza del Museo, que a su vez, estuvieron ubicadas antes en los jardines del Palacio arzobispal de Umbrete. Estas esculturas, de carácter barroco, pertenecen a diferentes artistas y seguramente sean obras importadas desde Italia. La calidad de las piezas es espectacular y su temática mitológica supone todo un hito en la historia del Arte sevillana. Entre los dioses representados en las Delicias nos encontramos a Tritón con su caracola, Venus con Eros a sus pies (lamentablemente mutilada y sin cabeza), la diosa de la astronomía Urania o Pan, así como diferentes bustos clásicos que han sido recuperados en la reciente restauración paisajística y patrimonial que llevó a cabo el Ayuntamiento hace unos años.
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Con motivo de la Exposición Iberoamericana los Jardines sufren una gran reforma que propició la pérdida de parte de su extensión así como su división en dos zonas sin conexión, un hecho que propició la práctica desaparición de la zona que quedó más al norte, de carácter marginal. Los pabellones de Colombia y Marruecos fueron construidos en la zona sur del conjunto, en la Avenida de Moliní; los de Argentina y Guatemala se ubicaron al norte y fue precisamente el enorme tamaño en planta del edificio argentino lo que hizo que una zona de los Jardines se quedara aislada.
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Las últimas incorporaciones artísticas a los históricos jardines han sido un busto que homenajea al pintor Sorolla y los restos de la espectacular fuente que decoró en su día la Plaza de los Conquistadores, de la que únicamente subsisten las tres piezas escultóricas principales: Iberia, el Río Magdalena y el Río Guadalquivir. En 2004, ante el peligroso estado de conservación en el que se encontraba esta zona verde, se inició su inscripción en el Catálogo Patrimonial andaluz que culminó con el nombramiento como Bien de Interés Cultural en la categoría de Jardín Histórico. El Ayuntamiento inició un ambicioso plan de recuperación que incluyó no sólo la limpieza y reubicación de las esculturas, sino la mejora paisajística, la renovación del sistema de riego y un cierre perimetral que impide su degradación.
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