Con esta entrada del Blog queremos realizar un acercamiento a la pintura sevillana de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, concretamente la que estaría situada entre el Romanticismo de la primera mitad del XIX y la Guerra Civil española. Son muchos los artistas que trabajaron en la ciudad en estos años y muy poca la importancia que se le ha dado tradicionalmente. De hecho, incluso el Museo de Bellas Artes de la ciudad apenas dedica tres salas a este período, exponiendo lo más representativo.
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Queremos presentar este post como si de la visita a un Museo se tratase, un espacio donde disfrutar de las obras de arte de unos artistas que conocen lo que está ocurriendo en Europa y que viajan a Roma y París trayendo las últimas novedades. Estos artistas renuevan una escuela pictórica que durante el XVIII y hasta bien entrado el XIX se basó en reproducir la estética de Murillo hasta que autores como Antonio María Esquivel, Manuel Cabral Bejarano, los Domínguez Béquer o Eduardo Cano ya más adelante, inician un cambio que sentará un antes y un después en la Historia de la Pintura sevillana.
José Jiménez Aranda. Una desgracia
Nuestro museo se iniciaría con la pintura realista y de corte social de los hermanos José y Luis Jiménez Aranda. En José (1837-1903) vemos un paso más en la pintura de gran formato instaurada en Sevilla por Eduardo Cano. La pintura ya no mira hacia los grandes acontecimientos del pasado sino que, tal y como ocurría en Europa, se atiende al presente y a escenas de carácter cotidiano como en el cuadro “Una desgracia” donde vemos cómo la gente se arremolina en torno a un albañil que acaba de caer de un andamio.
Luis Jiménez Aranda. Dama en la Exposición Universal de París de 1889
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Ya no estamos ante una pintura que busque lo idílico y lo agradable para decorar suntuosos palacios e iglesias, sino ante unas obras que reflejan el día a día de una población muy castigada. En cuanto a la forma de pintar, tanto en José como en Luis vemos una pincelada más suelta, una paleta más amplia y unos efectos de luz que no se veían en obras anteriores; parece que podemos palpar el aire y el polvo que envuelve a las escenas representadas.
. José Villegas. El fumador oriental
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Un artista de gran atractivo visual es José Villegas Cordero (1844-1921). Con una pincelada muy suelta y rápida que recuerda a Velázquez, Villegas trató prácticamente todos los temas, desde la pintura de Historia al retrato pasando por el Costumbrismo. El colorido que utiliza y la fuerza de sus obras hacen de este pintor, que pasó gran parte de su vida en Roma , uno de los artistas más interesantes de la época con obras de gran impacto como su serie “El Decálogo”, de carácter simbolista, donde representa los Diez Mandamientos como si de sueños se tratase.
. José Villegas. Aparta de ti toda tentación que dañe al prójimo
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Otro pintor que se acercó al Simbolismo fue Virgilio Mattoni (1842-1923), hombre profundamente religioso que gozó de gran prestigio en la Sevilla de la época. Su obra tiene como temática fundamental lo religioso, con obras como “La Anunciación”, de la Catedral, donde nos recuerda por su medievalismo a los Prerrafaelitas. Pero sin duda, si por algo es conocido Mattoni es por su descomunal cuadro de Historia “Las postrimería de San Fernando”, ubicado en los Reales Alcázares y que muestran los últimos momentos del Rey Santo en una de las salas de este mismo palacio.
. Virgilio Mattoni. El Abad
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Dentro del Costumbrismo destaca el pintor José García Ramos (1852-1912). Su obra capta los tipos populares, escenas cotidianas mezcladas con cierto vouyerismo. Y es que García Ramos nos muestra en sus pinturas a muchachos cortejando a damas en una ventana, bailes en una taberna en la que parece importunar nuestra presencia o incidentes ocurridos en las calles sevillanas. Lo característico de este pintor y lo que lo diferencia de la pintura costumbrista anterior es la pincelada, mucho más suelta y ágil, con un colorido brillante que atrapa la luz. Cuando incorpora algo vegetal a sus cuadros, apenas está esbozado con leves pinceladas, pero le imprime una viveza que parece que estemos ante algo real que podamos tocar.
. José García Ramos. Escena campestre
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El gran artista del cambio de siglo fue Gonzalo Bilbao (1860-1938), conocido universalmente por su célebre obra “Las Cigarreras”. De nuevo vemos en Bilbao una preocupación por lo social, reflejando escenas cotidianas que no son tan agradables y festivas como las de García Ramos. Sin embargo, a pesar de la temática social, no son obras cruentas sino más bien todo lo contrario, son obras agradables a la vista, muy bien construidas y en las que la temática social parece pasar a un segundo plano en beneficio de la belleza pictórica. La luz es la gran protagonista de sus cuadros como en el que representa a varias cigarreras cruzando el Puente de Triana, quizás su obra más cercana a la estética de Sorolla y al Luminismo levantino.
. Gonzalo Bilbao. Las Cigarreras
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Las obras más primitivas de José Rico Cejudo (1864-1939) que conserva el Ayuntamiento de Sevilla, de temática clásica, siguen la estela de la pintura de Historia pero con un tratamiento más arqueológico en la línea del holandés Alma-Tadema. Son unas obras de gran calidad y colorido que lamentablemente no tuvieron continuación. A su vuelta a Sevilla, Rico Cejudo abrazó el costumbrismo, apagando su paleta y centrándose en temas demasiado locales sin aportar apenas novedades.
. José Rico Cejudo
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Rafael Senet (1856-1926) roza en su obra ese Impresionismo que en España no terminó de cuajar. Vemos en su obra algo de Fortuny, de Sorolla y del Impresionismo francés, son pinturas de gran riqueza cromática donde la atmósfera está muy presente difuminando los colores y jugando con la luz.
. Rafael Senet. Mercader de aves
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Capítulo aparte en nuestro particular Museo merece la pintura de paisaje. A finales del siglo XIX y principios del XX gozó de gran éxito la llamada Escuela de Alcalá, prima lejana de la francesa Escuela de Barbizon y que tuvo su centro en torno al río Guadaíra.
. Emilio Sánchez Perrier. Paisaje
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El paisaje toma un impulso que nunca había tenido en la escuela sevillana, ya no sirve como fondo a una escena de temática histórica o religiosa, sino que se convierte en verdadero protagonista de los cuadros. Sin duda el artista más admirado e influyente dentro de esta corriente fue Emilio Sánchez Perrier (1855-1907), sus obras son de una calidad y una belleza que nos atrapan, no nos cansamos nunca de ver un cuadro suyo, de oír el rumor del agua, de apreciar el verde de sus árboles o de perdernos en sus bosques. Su obra transmite, ante todo, paz.
. Emilio Sánchez Perrier. Paisaje
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Además de Perrier, habría que destacar a paisajistas como el carmonense José Arpa, Manuel García Rodríguez, Ricardo López Cabrera o Felipe Gil que hacen de la Escuela de Alcalá uno de los atractivos principales de nuestro museo.
. Manuel García Rodríguez. La Alhambra
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Junto a la Pintura, no nos podemos olvidar de la escultura, con artistas de la talla de Antonio Susillo o Joaquín Bilbao que servirían de complemento perfecto al visitante para darle una visión completa de las artes de esta época.
.Antonio Susillo. Colón ante los Reyes Católicos
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Hasta aquí el museo que hemos imaginado emulando al Orsay parisino, sería nuestro Museo de Arte Moderno, ubicando la pintura posterior al Romanticismo, divulgándola y sobre todo, poniéndola en su lugar ya que muchas veces parece que tras los artistas barrocos Sevilla quedó muerta artísticamente. Por supuesto, en este post nos hemos centrado en la pintura sevillana, el hipotético museo podría y debería nutrirse de ejemplos foráneos, exponiendo pintura de carácter andaluz, español y por qué no, internacional, estableciendo una comparación entre las diferentes corrientes pictóricas y las diferentes formas que tuvieron los artistas de representar lo que bullía en su interior durante esta época de cambios donde se forjó una nueva etapa histórica. Además, son muchas las obras de estos artistas que aún salen a la venta en subastas o que están en colecciones particulares por lo que se podría ir aumentando la colección gradualmente. Esperamos que os haya gustado este museo ideal.
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7 comentarios:
El Museo de Bellas Artes es pequeño para la inmensa colección que posee. Y Sevilla está llena de grandes espacios (conventos, fábricas, palacios) que, o bien languidecen o bien están totalmente desaprovechados tras su restauración. Cualquiera de ellos podría servir para ese nuevo Museo, o bien darle un uso real y efectivo al mercado de puerta de la Carne, a la Fábrica de Artillería, o incluso (en un alarde de chovinismo sevillano) a la antigua estación de Cádiz.
Un saludo
@ Pfunes: Entiendo entonces que te ha gustado la idea de este Museo, jeje. Si te soy sincero, la idea que tenía en mente era la de la estación de Cádiz, y de hecho ya hay otro reportaje apuntando la idea de convertir la antigua estación en un espacio cultural. Pero sería ya demasiado francés, ¿no?
Un saludo!
La primera idea que me vino a la cabeza, por analogía al museo parisino, fue la estación de Cádiz, aunque tal vez lo hubiera lucido mejor la Estación de Córdoba con su gran nave. Pero creo que en ambos casos rozaría demasiado el endémico chovinismo sevillano.
También me viene a la cabeza las Atarazanas. Cualquier cosa en vez de la horrible prótesis del arquitecto oficioso de la Junta.
No se si sería mejor "rellenar" alguno de los grandes y vacíos espacios culturales sevillanos antes que meterse a crear uno nuevo. Pero eso es cuestión para otro debate.
Un saludo
Ante todo te felicito por este genial repaso a la pintura sevillana del tiempo de las vanguardias. Para tenerlo de cabecera.
Ya sabemos que el Museo de Bellas Artes se ha quedado pequeño para su contenido, y mas que pequeño, obsoleto en su distribución y en la forma de entender un museo hoy en día.
Soñamos con la ampliación a Monsalves, por cierto creo que salía a concurso por estas fechas ¿no?
La estación de Cádiz parece que se viene a la cadeza como un hipotético Orsay sevillano por la analogía del edificio, pero con el matiz de que la antigua estación parisina era terminal y esa disposión en U, da mas juego a la hora de distribuir las diferentes salas en torno al hall central. En el caso de la estación de Cadiz al no ser terminal no veo clara esta disposición, por ello como bien comenta Pfunes, la estación de Córdoba hubiera sido magnífica...y no el resultado actual.
Otro cantar sería la demanda real que existe de esta pintura en Sevilla, viendo como vendemos lo nuestro.
Un abrazo y enhorabuena por el primer regalo del año.
Bueno, aun repitiendo los anteriores comentarios... Muy buen trabajo tanto en la selección como en los comentarios de las pinturas, acertados y con la brevedad que requiere una entrada de estas características (en verdad me he quedado con ganas de saber más).
La idea por supuesto me parece magnífica, un Museo de Arte Moderno! Ayudaría a que Sevilla diera una imagen más contemporanea, que como bien dices, a veces parece que nos quedamos en los artistas barrocos.
Sobre que estación o espacio sería mejor ya no sabría decirte...
Un saludo!
Me alegro de que os haya gustado la entrada. Esta etapa pictórica es muy desconocida. Cuando se habla del Costumbrismo se alude a la pintura del Romanticismo de Cabral Bejarano, los Bécquer y demás, pero la pintura inmediatamente posterior, la que se ha tratado en este post, es muy desconocida.
Un saludo!!
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