domingo, 1 de febrero de 2009

Una gota en el océano

Desde hace unos años, las ciudades españolas están creando “hitos” culturales que sirvan para relanzar el sector cultural de la ciudad, atrayendo a un turismo cultural que acude a visitar estos “iconos” y a la vez, se interesa por otros equipamientos culturales que posea la ciudad. Esta situación ha servido de aliciente para que esos equipamientos, en muchos casos obsoletos, se remodelen, amplíen y modernicen, no dejando escapar a un público interesado por la Cultura y ávido por conocer museos, centros culturales, yacimientos y todo tipo de espacios culturales.
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Lo hizo Bilbao con su espectacular Guggenheim. Bilbao contaba con espacios culturales anteriores a este Museo, pero gracias a él el turismo cultural ha convertido la ciudad en visita obligada del turista cultural que no sólo visita el Guggenheim, sino que se adentra por el tejido cultural para conocer otros espacios, como el Teatro Arriaga o el magnífico Museo de Bellas Artes, recientemente remodelado.
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Valencia no se ha quedado atrás, si su Ciudad de las Artes y las Ciencias, la situaban en el mapa del Turismo Cultural nacional e internacional, muchos han sido los espacios culturales que se han creado o remodelado para beneficio de los valencianos y para asombro de foráneos, que no conocían espacios tan interesantes e importantes como el Museo de Bellas Artes, el IVAM o toda una serie de espacios culturales de nueva creación que han convertido a Valencia en una ciudad con un tejido cultural de primer orden, como la sede cultural de Bancaja o el Palacio de la Música.
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Museo Bellas Artes de Valencia
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Quizás estas dos ciudades sean los ejemplos más impactantes, puesto que hace unos años, el turismo cultural no era una fuente de ingresos importante en ellas, pero existen otra serie de ciudades decanas en el panorama cultural que también han apostado por nuevos espacios culturales, como Granada con el Parque de las Ciencias y la nueva sede cultural de Caja Granada; Málaga, con su Museo Picasso, el CAC y otra serie de proyectos culturales; Madrid, con la ampliación de los museos del Prado, Reina Sofía y Thyssen, además de la apertura del nuevo CaixaForum; Barcelona, con su constante remodelación de espacios culturales como el Museo Egipcio o el MNAC y la creación de nuevos centros; o León, con el nuevo MUSAC; entre otras.
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MUSAC. León


Y llegamos a Sevilla. La ciudad vivió una serie de reformas y creación de nuevos espacios con la llegada de la Exposición Universal de 1992, pero desde entonces, poco se ha hecho. En estos 17 años se han creado el Museo del Baile Flamenco y el Centro Diego Velázquez. Poco más.
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Los museos históricos, el Bellas Artes, el Arqueológico y el Costumbres Populares necesitan ampliaciones y reformas que nunca llegan. Los grandes monumentos, la Catedral y los Reales Alcázares son el bastión del Turismo Cultural de la ciudad, pero no pueden serlo eternamente, además, están masificados. La ciudad necesita nuevos espacios, nuevos equipamientos, no sólo para los propios sevillanos, sino para seguir siendo atractivos en el extranjero. Hace unos días, en FITUR (donde Sevilla no presenta más que proyectos que nunca se materializan) el presidente de la Diputación dijo que Sevilla no era más que una gota en el océano de opciones del Turismo internacional. Lo que tenemos es lo que tenemos, y se sigue apostando todo a la Giralda, el folclore y poco más. Pero Sevilla puede ser mucho más, Sevilla podría competir con las grandes ciudades culturales y convertirse en todo un referente en el Turismo Cultural. Pero para ello hace falta imaginación y sobre todo, trabajar para que la marca Sevilla sea reconocida, nacional e internacionalmente, como un destino cultural de primer orden.
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No podemos seguir permitiendo que los proyectos culturales sigan durmiendo el sueño de los justos, no debemos dejar que el sector cultural de la ciudad esté siempre al albur de las corrientes turísticas interesadas en conocer lo que ya conocen de sobra. Hay que sacar nuevos proyectos y, lo más importante, hacerlos realidad.
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Hablábamos al principio del reportaje de que ciudades como Bilbao o Valencia han creado hitos culturales que contribuyan a tirar del sector cultural de toda la ciudad. En Sevilla contamos con una serie de edificios y espacios desde 1992 que podrían haber jugado el mismo papel. Estamos hablando de todo un sector, en la Isla de la Cartuja, que, de ser convenientemente gestionado, se convertiría en todo un referente de la Cultura, no sólo en la ciudad, sino a nivel internacional.
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Uno de los elementos que conformaban este sector, el Cine Omnimax y el Pabellón de los Descubrimientos, lamentablemente ya no existe. Las posibilidades de ese espacio eran inmensas, se podría haber restaurado el Pabellón como lugar para exposiciones, pero se prefirió derribarlo junto con el cine. Así, sin más.
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Pero otros edificios quedan aún en pie (al menos de momento). El Pabellón de la Navegación se convertirá en Centro de la Navegación Atlántica gracias a una inversión de 6 millones de euros que permitirá recuperar este emblemático espacio. También se están recuperando los Jardines del Guadalquivir y el Jardín Americano que podrían convertirse en una parte principal de este nuevo sector cultural, como lugar de esparcimiento y Jardín Botánico.

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Por último llegamos a dos grandes edificios prácticamente abandonados desde que culminó la Expo. Por un lado está el Pabellón del Futuro, un edificio espectacular que no tiene nada que envidiarle a grandes hitos arquitectónicos construidos con posterioridad. De permitir que siga abandonado, llegará un momento en el que correrá la misma suerte que el desaparecido Pabellón de los Descubrimientos. Las opciones que podría albergar este complejo son muchas, desde Museo de la Ciencia hasta Pabellón del Aire y el Espacio. Lo fundamental es recuperarlo, restaurarlo y devolverle su esplendor.

El otro edificio es el Auditorio, que ocasionalmente acoge conciertos, pero que está supeditado a la climatología al no contar con una cubierta. Cubrirlo y dotarlo de contenidos es primordial para recuperar este espacio del que cualquier ciudad se sentiría orgullosa, mientras que aquí permitimos su abandono.

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Como colofón de esta actuación, debería recuperarse la zona del Canal que discurre a lo largo de estos edificios, devolviéndole el agua (no hace falta que sea un canal navegable, podría dotarse de una lámina de agua al estilo de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia) y recuperando los paseos que hay a ambos lados, limpiándolos e instalando servicios complementarios a este nuevo foco cultural, como quioscos, tiendas de souvenirs, restaurantes o pequeñas salas de exposiciones.
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En definitiva, el proyecto devolvería a esta zona de la ciudad la importancia que un día tuvo, convirtiéndose en un foco cultural y social de referencia no sólo a nivel local. En nuestras manos está seguir viviendo de lo mismo o añadir nuevas alternativas culturales a la ciudad para que no seamos una gota en el océano, sino una referencia en el sector.
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A modo de curiosidad, añadir un par de imágenes del proyecto fin de carrera de una estudiante de arquitectura de Rumanía, Andrea Anghel, y que como recoge la página web Expo'92 pretendía revalorizar esta zona con un espectacular proyecto que seguía las formas del Pabellón del Futuro. Una muestra de cómo fuera de Sevilla creen en proyectos que aquí no somos capaces de liderar.
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