miércoles, 7 de septiembre de 2016

San Luis de los Franceses: la belleza hecha arquitectura



Entrar por primera vez en la iglesia de San Luis de los Franceses es una experiencia difícil de olvidar. Anoche se presentó en sociedad la restauración a la que ha sido sometido parte del antiguo noviciado de los Jesuitas durante los últimos seis años. La apertura al público del edificio no tendrá lugar, inexplicablemente, hasta el año 2017. Por delante quedan varios meses en los que la Diputación tendrá que plantear cómo se habilitará la visita a un conjunto formado por la propia iglesia, la Capilla Doméstica y la Cripta. Si la Diputación apuesta por San Luis como reclamo cultural, podemos estar ante uno de los focos de interés más importantes de la ciudad.


Cúpula de San Luis de los Franceses. Imagen de Alberto Corts


San Luis de los Franceses está considerado uno de los monumentos barrocos mejor conseguidos de toda Europa. En su construcción, que se dilató entre 1699 y 1731, participaron los mejores artistas sevillanos de la época: Leonardo de Figueroa se encargó de la arquitectura, Domingo Martínez y Lucas Valdés de las pinturas murales y Pedro Duque Cornejo de los retablos. Si a eso le sumamos la gran carga simbólica e iconográfica que en ella plasmaron los Jesuitas, no es difícil entender la importancia de poder disfrutar, a día de hoy, de semejante máquina barroca. Los Jesuitas hicieron de San Luis un templo dedicado a la Sabiduría Divina y toda la ornamentación que cubre muros y bóvedas está destinada a ensalzar la relación entre la divinidad y la Orden jesuítica.

Retablo Mayor de San Luis de los Franceses. Imagen de Alberto Corts


Los orígenes del Noviciado de los Jesuitas de la calle San Luis se remontan al siglo XVI cuando se compran varias casas que habían pertenecido a la familia Ribera para instalar un centro de formación de los futuros jesuitas que debían expandir la Fe católica por el mundo. La figura de Luisa de Medina fue fundamental para conseguir no sólo la compra del edificio, sino su posterior reforma y dotación, de ahí que cuando el 7 de julio de 1603 los jesuitas toman posesión de estos terrenos le dieran a la nueva institución el nombre de San Luis de los Franceses, en honor al patrón de la fundadora.

Interior de San Luis de los Franceses. Imagen de Alberto Corts


En una primera etapa de penurias económicas, el Noviciado no tuvo más remedio que ir adaptando las estancias heredadas a los nuevos usos, construyéndose una primitiva capilla cuyo presbiterio se vendrá abajo en 1695. Este hecho motivará, entre otras cuestiones, que los rectores del noviciado decidieran construir un nuevo templo, encargándose de sus trazas Leonardo de Figueroa. Siempre se ha dicho que la iglesia de San Luis es un templo extraño, y es que su imponente fachada contrasta no sólo con el lugar donde se encuentra, sino con el propio interior del edificio. La ubicación en plena calle Real, sin duda una de las más importantes de la Sevilla del sesicientos, no es baladí, del mismo modo que tampoco lo es que las obras culminasen en pleno Lustro Real, cuando la Corte de Felipe V se trasladó a la capital del Guadalquivir (1729-1733). Felipe V era francés, primer rey de la dinastía de los Borbones, por lo que inaugurar con toda la pompa un templo dedicado a su santo patrón debió contentar en gran medida al monarca. En cuanto a la relación entre fachada e interior, el portentoso retablo pétreo de cinco calles que conforma la fachada, sirve de trampantojo ideal ante un templo de planta de cruz griega que logra como ningún otro dirigir todas las miradas hacia la cúpula, hacia la divinidad.

Coro y ábside de acceso a San Luis de los Franceses. Imagen de Alberto Corts


De la culminación de las obras se ocuparía Matías José de Figueroa, hijo de Leonardo, que tuvo que lidiar con las prisas y con algunos problemas estructurales en el edificio. De hecho, parece ser que durante las obras una gran grieta apareció en la cúpula, quedando todavía reciente en el imaginario colectivo cómo la iglesia del Salvador se había venido abajo recién acabada. La iglesia se inauguró y todavía quedaron por delante una serie de trabajos entre los que se encontraba la decoración del coro o los ábsides laterales. Cuando el templo estuvo terminado, rozando la mitad del setecientos, apenas quedaban diecisiete años para que la Orden Jesuita fuera expulsada de los territorios hispánicos, acontecimiento que tuvo lugar en 1767 por orden del rey Carlos III. Los jesuitas fueron alcanzando un gran poder con el paso de los siglos gracias a su labor asistencial y educativa con las clases más necesitadas. El poder nunca ha sido bien visto por el poder, por lo que Carlos III decidió cortar por lo sano y acabar con lo que consideraba un nido de revolucionarios.

Retablo lateral de San Luis de los Franceses. Imagen de Alberto Corts


Tras la expulsión, San Luis de los Franceses se convirtió en objeto de deseo por parte de innumerables órdenes religiosas, que ansiaban hincarle el diente a semejante edificio y a sus objetos de valor. El noviciado permaneció sin uso hasta 1784 cuando fue cedido a los franciscanos de San Diego, cuyo convento había sufrido los avatares de una inundación del Guadalquivir. En San Luis se quedaron hasta la llegada de los franceses en 1810, que los expulsaron para convertir el edificio en hospicio. Tras el fin de la invasión, los franciscanos regresaron a San Luis, si bien en 1817 Fernando VII permitía el regreso de los jesuitas a sus antiguas posesiones. Poco durará el armisticio pues en 1820 se suprimirá nuevamente la Orden. La Desamortización de Mendizábal terminará con el uso religioso del noviciado pasando su usufructo a la Diputación, que unirá el edificio con el cercano Hospital de los Inocentes para convertirlo en Hospicio Provincial.

Capilla Doméstica del Noviciado de San Luis. Imagen de Alberto Corts


El uso público del antiguo noviciado y su uso docente desde tiempos de la II República permitió que se salvase de los graves incendios y atentados que tanto patrimonio destruyeron en los años treinta y que nos arrebataron para siempre los interiores de San Marcos, Santa Marina o San Julián. La historia más reciente de San Luis está relacionada con el Centro de Arte Dramático, que tuvo aquí su sede hasta que comenzó la restauración del edificio en 2010.

Cúpula del presbiterio de la Capilla Doméstica. Imagen de Alberto Corts


La intervención llevada a cabo según el proyecto del arquitecto Fernando Mendoza ha permitido estabilizar la arquitectura del templo principal, así como la restauración integral de la Capilla Doméstica y la Cripta. También se ha actuado en algunas zona exteriores del templo, como la fachada, las torres o la cúpula y en diversos espacios interiores del noviciado que permiten unir el templo con la Capilla Doméstica.

Bóveda de la nave de la Capilla Doméstica

A la espera de que, en un futuro esperemos que no muy lejano, se acometa la restauración integral del interior del templo, la gran novedad que podrán descubrir todos aquellos que visiten San Luis será la Capilla Doméstica, una auténtica joya que en nada desmerece al templo principal. La Capilla Doméstica, que recuerda en muchos aspectos a la capilla de la Virgen del Buen Aire del Palacio de San Telmo, deslumbra por la calidad de su factura. De una sencillez compositiva extrema (planta de salón y cúpula elíptica en el presbiterio) la decoración desbordante que se extiende por muros, techos y retablo mayor dejará boquiabierto a todo el que pise su suelo de mármol. Si bello es el 'pequeño' templo, la sacristía que se esconde detrás del presbiterio deslumbra con una bellísima bóveda donde asoma el anagrama de Cristo y los cuatro Evangelistas.

Bóveda de la Sacristía de la Capilla Doméstica


Si bien tengo que reconocer que la iglesia de San Luis me decepcionó algo anoche cuanto entré al esperármela restaurada (las lagunas en algunas pinturas murales, el polvo en los retablos y las manchas en las paredes deslucen su contemplación), el poder volver a entrar en uno de los edificios que más me ha impresionado en mi vida hizo que mereciera la pena soportar estoicamente los discursos políticos previos a la inauguración. Visitar, ahora sí por primera vez, la Capilla Doméstica y la Cripta fue un auténtico regalo que espero poder volver a saborear lo antes posible. Y a poder ser en silencio y en mayor soledad. Hay quien sabe abstraerse de las multitudes y fijar su foco de atención en la obra de arte, a mí, por desgracia, llegar a esa introspección todavía me cuesta, por lo que disfruto mucho más cuando el público es reducido.

Cripta de San Luis de los Franceses


La apertura al público de San Luis de los Franceses supone la recuperación de un monumento primordial en el patrimonio sevillano, un cofre delicioso que hará las maravillas de todo amante del arte. Lo extraño es que la Diputación vaya a esperar a 2017 para que el público pueda entrar en San Luis y hasta entonces se vayan a realizar únicamente visitas concertadas. La Diputación tiene ante sí un reto en San Luis, una institución a menudo tan anquilosada en estructuras del pasado debe apostar por abrirse a las novedades que ofrece el patrimonio. Y no estoy hablando de venderlo al Turismo, sino de apostar por el Patrimonio como generador de riqueza, digamos, espiritual, en honor de los jesuitas. La consejera de Cultura durante su intervención dijo una frase que me gustó mucho: "la Cultura es el abrigo de las libertades y construye mejores sociedades". Pongámoslo en práctica, démosle a la Cultura el lugar que se merece para que podamos ser mejores como personas.



>> Gracias a Sara por haber hecho posible la visita de anoche y a Alberto por sus magníficas fotografías.

9 comentarios:

Gabriel M. dijo...

Sencillamente maravillosa. Confieso que otras Iglesias barrocas de Sevilla me gustan menos (del conjunto de los Venerables, por ejemplo, sólo me gustan la sacristía, el patio y la escalera (¡y el mirador!) Pero ésta es quizás única en el mundo...

Juan Fco. Cózar Peralta. dijo...

Recuerdo el primer fin de semana que me quedaba en Sevilla cuando era universitario. Había un concierto del ciclo de El Monte en la iglesia, entré y... creo que fue síndrome de Stendhal por derecho. Quedé impactado. Desde que me enteré que la iban a restaurar aguardo volver a verla de nuevo. Aunque haya que esperar al año que viene (incomprensiblemente, porque para la Bienal se puede) creo que merecerá la pena.

Sergio Harillo dijo...

Creo que esa sensación que describe, Juan Francisco, es la que nos embarga a todos la primera vez que entramos en San Luis. Podría decir incluso que nos marca de tal manera que es difícil olvidar el motivo por el que entramos. En mi caso, tengo grabado en la memoria el Don Juan que vi en San Luis hace ya muchos años.

¡Saludos!

Unknown dijo...

La iglesia de San luis de los Franceses es una auténtica obra maestra del barroco. Siempre me ha recordado a la iglesia de Sant'Agnese in Agone de Roma. La capilla doméstica es otra maravilla que no conocía, estoy deseando entrar.

Pero la verdad es que estoy un poco decepcionado, tantos años cerrada y resulta que solo han restaurado uno de los siete retablos (el de San luis Gonzaga) y quedan pinturas murales por restaurar. En agosto leí una noticia que decía que se estaban limpiando los retablos, aunque no se iba a tocar la policromía ni el dorado, pero dices que había polvo, en fin... En cuanto a la fachada, por lo menos podrían haber quitado los hierbajos... es algo que da muy mala imagen.

Supongo que habrá un proyecto redactado para lo que queda por restaurar, ojalá podamos ver pronto la iglesia en todo su esplendor.

Un saludo.

Sergio Harillo dijo...

Lo que no tiene mucho sentido es haber tenido la iglesia cerrada durante seis años y que no hayan aprovechado para restaurarla. Dudo muchísimo que esa restauración llegue pronto pues sería muy difícil de explicar que van a volver a cerrar la iglesia para restaurarla, se les echaría la gente encima. Así que me imagino que le habrán hecho un repaso a toda la iglesia para evitar que se sigan deteriorando pinturas y retablos y dentro de muchos años, lo mismo, se lleva a cabo la restauración. Aún así comparando fotos de hace unos años y las de ahora sí que parece que han intervenido en algunas pinturas como las del coro, pero en el caso de la cúpula se aprecia que hay más lagunas que hace unos años, por lo que el deterioro ha avanzado.

Lo de los jaramagos en la fachada es algo que deberían solucionar con una grúa portátil lo antes posible para evitar que vayan a más.

¡Saludos!

Unknown dijo...

Bueno, los retablos se pueden restaurar conforme vaya llegando el dinero sin necesidad de cerrar la iglesia, leí que estaban a la espera de la financiación. La fachada también la pueden restaurar. Las pinturas de la cúpula ya es otra cosa...

En fin, se pueden ir haciendo cosas.

Sergio Harillo dijo...

Claro, incluso la cúpula se puede restaurar con la iglesia abierta organizando visitas 'a pie de obra' como se hizo en el Salvador. Es cuestión de echarle imaginación. Pero si la han tenido seis años cerrada... Siempre veo el vaso medio vacío, lo siento ;)

¡Saludos!

Maria P dijo...

Confiemos que para la Semana de la Arquitectura hagan visitas guiadas comentadas por su arquitecto restaurador al igual que se hizo con la Colegiata de El Salvador.

En esas visitas de la Fundacion FIDAS, pude visitar por dos veces San Luis incluyendo la Capilla Domestica que no se abria a visitas y la cubierta.
Si ya me impresiono entonces la Capilla Domestica imagino como lucira hoy.
Espero impaciente volver a disfrutar de todo el derroche de belleza que guarda en su interior esta joya del Barroco sevillano

Gracias Sergio por el magnifico reportaje como siempre.

Un saludo.

Sergio Harillo dijo...

Muchas gracias por tus palabras, María :)

¡Saludos!